Una obra del jesuita José María Rodríguez Olaizola, editada por Sal Terrae
FERNANDO CORDERO, SS.CC. | José María Rodríguez Olaizola (Oviedo, 1970) es jesuita, escritor, sociólogo y pastoralista, embarcado en exitosos proyectos de comunicación y evangelización a través de Internet, como www.pastoralsj.org y www.rezandovoy.org. De joven quiso ser notario, pero la preparación a la Confirmación le llevó a dejar que en su itinerario personal, más que el dinero y la buena vida, le trastocara de lleno el Evangelio de Jesús.
Ya desde el prólogo del libro, se nos muestra cómo en cada persona se tejen una serie de relaciones con diferentes ingredientes, historias con coordenadas tan imprescindibles como las del tiempo –del que Olaizola dio ya muestras de un gran dominio en Hoy es Ahora. Gente sólida para tiempos líquidos (ST)–, junto con el contexto personal y social en el que nos movemos. Y, particularmente, la historia de Jesús, narrada en la liturgia, que es “dejar que la vida de Jesús y las nuestras, su historia y las nuestras, se enlacen en este escenario que es el mundo, y en este tiempo que es el nuestro, como dos bailarines que van tranzando un único movimiento” (p. 60).
La obra consta de tres partes. Al inicio de la primera (“Todo tiene su tiempo”), el autor se detiene en las cuatro coordenadas vitales: espacio, relaciones, lo virtual –con la advertencia de que va a configurar una forma nueva de ser y de estar en el mundo– y lo temporal.
Indica cuatro “enfermedades del tiempo”: el presentismo, la impaciencia, la nostalgia y el idealismo ingenuo. Va desglosando algunas actitudes para vivir desde el tiempo de la fe: el equilibrio –reflejado en la agenda de Jesús–, la importancia de priorizar lo importante sobre lo urgente (la prisa del escriba), la paciencia para aceptar los ritmos lentos, la sensatez de prevenir lo que ha de llegar, la generosidad para compartir los días y el horizonte del hijo pródigo.
José María nos lanza una llamada singular a vivir a ritmo del año litúrgico; mejor aún, “Al ritmo de Dios” –que así se titula la segunda parte–, que bien puede ser aprovechada por los grupos de liturgia de parroquias, comunidades religiosas y movimientos.
Con un vocabulario cercano, poblado de referencias tan próximas al hombre y a la mujer de hoy como pueden ser las cinematográficas o las de los actuales cauces de comunicación, nos introduce en un calendario diferente en el que se desarrollan los tiempos litúrgicos: historia de Dios en Jesús y oportunidad para encarar nuestras propias historias.
Adviento, Navidad, Cuaresma, Semana Santa, Pascua y tiempo ordinario –el valor de lo cotidiano, de la rutina en la que hay espacio para lo excepcional– se suceden en unos capítulos que nos llevan al cambio y al movimiento, a dejarnos inspirar nuevamente por la riqueza de las “estaciones” de la liturgia.
Es por eso que recomiendo vivamente el libro para todos aquellos sacerdotes, religiosos, laicos, jóvenes o mayores, que se toman su formación en serio y no se conforman con vivir “cíclicamente”, sino desde la novedad del reloj del Reino, que marca la hora de Dios que danza con su Pueblo deseado.
La tercera parte es una invitación a hacer de nuestras vidas una eucaristía, parafraseando a san Alberto Hurtado. Solo así idearemos “cada uno de nosotros una historia única, irrepetible, compartida y, en todo caso, humana” (p. 190). Lo hace de una manera sugerente, explicando las diferentes partes de la celebración con un lenguaje nuevo, que puede servir para seguir ahondando en este sacramento que, en ocasiones, tanto cuesta “digerir”, especialmente a los jóvenes.
Las palabras de Olaizola vienen respaldadas por su praxis pastoral, no en vano la misa de los domingos por la noche de la iglesia de los jesuitas de Valladolid se llena de forjadores de historias.
FICHA TÉCNICA
Título: Los forjadores de historias
Autor: José María Rodríguez Olaizola, sj
Editorial: Sal Terrae, 2014
Ciudad: Santander
Páginas: 192
En el nº 2.927 de Vida Nueva.