JOSÉ LUIS CORZO | Profesor del Instituto Superior de Pastoral de Madrid
¡Pobre papa Francisco! Las quince enfermedades de su Curia, y de todas las demás, dan una idea de los adversarios que tiene. En Italia hasta piden firmas en su apoyo cuando alguno advierte que desconcierta al católico medio. ¡Y tanto! Haría falta otro milagro para que no encontrara oposición. ¡Si ni siquiera habíamos rogado a Dios un Papa así! Nos lo dio de balde, tras 35 años a la deriva del Vaticano II. Pero no es cosa de buenos y malos, sino de diferencias muy profundas.
Nos costará mucho volver a sintonizar la intuición pastoral del papa Juan, el que amaba más la realidad –viscosa– de este mundo moderno que los ideales y condenas. Y la más real de las realidades son los otros, que si encima son pobres, nos descolocan más que cualquier doctrina que nos blinde.
Demasiados líderes con demasiados proyectos en estos años. Los lanzan al futuro como un proyectil o zanahoria que atrae secuaces a movimientos y a ciertos seminarios y conventos. (Secta no viene de seccionar grupos, sino de seguir a otro). Mejor un líder que te describa el mundo, que mirarlo a la cara. ¡Si al menos los proyectos salieran de analizar la realidad y se evaluaran! Pero ni eso. Hace falta más Teología pastoral.
Hoy al Papa le citamos todos ¡faltaría más!, como al Evangelio; nadie calla las bienaventuranzas ni el “venid, benditos de mi Padre porque tuve hambre…”. Pero responder a los pobres no es citarlos.
A este Papa, dicen, le falta doctrina y le sobran gestos. Pero nos hemos contagiado de empresarios y políticos y hemos cambiado la Iglesia-respuesta por esta de la propuesta y los proyectos; quimeras tan lindas y atractivas que si luego la realidad no coincide, peor pa’ ella (paellas buenas hay pocas).
En el nº 2.934 de Vida Nueva.
