JOSÉ BELTRÁN | Director editorial de Vida Nueva
DOMINGO 22. Misa de las Familias. Sagrada Familia de Burdeos. El padre Avendaño invita a tener un corazón puro. Meta complicada cuando el rencor anida. Difícil borrar un enfado, desterrar la violencia que a veces atrapa la mente y arrastra al sentimiento. Pero, de repente, Jesús. Con ese corazón manso. Acoge a sabiendas de que le buscan las cosquillas. Y uno se calma. Respira. De repente, Jesús.
LUNES 23. Aterrizo en Roma. Se percibe cierto temor ante las amenazas del Estado Islámico. Más presencia militar. Más escoltas. Pero Francisco está tranquilo. Sigue sin preocuparle ser objetivo de los fanáticos. Es más, sigue empeñado en viajar a Irak. Quiere mostrar a los cristianos perseguidos que está con ellos. Uno de ellos. Uno de todos. Ya quiso hacer una escapada en uno de sus viajes a Oriente. Pero aquí es difícil de encajar esa naturalidad que pontifica. Pero no imposible. Habrá que esperar.
MARTES 24. Un minuto de silencio. Por el accidente de avión. Respeto en la Embajada. Alegría contenida ante el lanzamiento en español de Donne Chiesa Mondo. Rostros conocidos. Amigos que tienden la mano y ajustan agendas para acudir. Gracias. A un equipo que desde Madrid se ha gastado y desgastado para sacarlo adelante. Y se han quedado en casa. Se echa de menos.
MIÉRCOLES 25. Llueve. Y no hay excusas en San Pedro. Una manta de paraguas para arropar al Papa argentino. Las masas no abandonan al Papa. En los pasillos de Santa Marta, también se le respalda. Pero queda alguna resistencia. Ya no pinchan. Solo se cruzan de brazos y dejan pasar el tiempo. Por si esto es solo algo coyuntural. Esperan. Desesperan.
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En el nº 2.935 de Vida Nueva.