Obispos sin partido


Compartir

José Lorenzo, redactor jefe de Vida NuevaJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

Desconcierto y tristeza. Las derivas del PP han dejado a un buen puñado de obispos huérfanos de una formación política en la que cobijar sus esperanzas terrenas. Repasen sus últimas cartas pastorales, relean sus últimas declaraciones y encontrarán el rastro caliente del estupor. Tras años de “excesiva cercanía” –en palabras de un prelado hoy felizmente retirado tras una defenestración a fuego lento–, algunos pastores han visto concretados en el partido de Rajoy los funestos efectos del relativismo que aquel les ayudaba a combatir. Travestismo ideológico que hoy, sostienen los más críticos, les hace confundirse con “los otros”.

Aquellos más tocados en el desamor coquetean con nuevas realidades políticas que aglutinen la quintaesencia de lo que entienden por pensamiento católico (que parece reducido a condenar el aborto). Son los herederos de quienes consideraron la de Tarancón otra traición más por negarse a apoyar la creación de un partido que llevase colgando la etiqueta de cristiano.

Muy poco les importa que el viejo cardenal no andase muy desencaminado y que su arriesgada opción de hace cuatro décadas coincida hoy de lleno con la del papa Francisco, quien considera que fundar un partido católico “no es el camino”. Aunque lo cierto es que tampoco parece que los deseos de esos obispos nostálgicos sean hoy tenidos muy en cuenta, más allá de algunas formaciones que rozan la marginalidad y el ultramontanismo.

Afortunadamente, y en la línea de la Doctrina Social de la Iglesia y del Vaticano II, de animar a seglares a meterse en arena política mientras la institución eclesial se mantiene en una serena y crítica distancia, empiezan a surgir iniciativas para, desde la fe, fomentar su compromiso ciudadano. La noticia es aún mejor cuando sabemos que no hay obispos detrás meciendo la cuna y que no se busca ser vivero de ninguna formación, porque todas son igual de válidas para ofrecer un testimonio que pueda ser transformador.

Les mueve su inquietud por cambiar una sociedad que parece huir de sí misma. Y son iniciativas que unen a distintas entidades eclesiales de muy distinto pelo. Las hay que aglutinan en sus cursos a cristianos que vienen de los nuevos movimientos, de congregaciones religiosas, de Cáritas, del mundo de la cultura, de las ONG… ¿Fin de la cándida adolescencia?

En el nº 2.941 de Vida Nueva