JESÚS SÁNCHEZ CAMACHO | Profesor CES Don Bosco
14 de junio de 1965. En la segunda página de Vida Nueva se asoma “el único scooter del mundo dotado de transmisión directa”.
El mensaje publicitario de la Vespa es bastante significativo para una revista de información religiosa, que la cataloga de “un signo de nuestro tiempo” y ofrece “condiciones especiales de venta para sacerdotes y religiosos. Pídalas hoy mismo a PPC, Acebo, 44. Madrid”.
Con esta publicidad y un reportaje sobre la historia de la robótica se adivina “la era de la automación”. “Al principio fue terror lo que el hombre sintió por la máquina que venía a suplantarle y quitarle el salario. Hoy, (…) crea, por otro lado, nuevos puestos de trabajo”. De hecho, los países nórdicos y EE.UU. comenzarían a adoptar planes de formación para el nuevo empleo.
La constitución pastoral Gaudium et spes, obra que en diciembre de 1965 verá la luz, valora positivamente los nuevos caminos del “progreso de las ciencias naturales, [y] el desarrollo de la técnica” (nº 54), preguntándose cómo sería reconocida la “autonomía que reclama para sí la cultura, sin llegar a un humanismo meramente terrestre o incluso contrario a la misma religión” (nº 56). El sano fomento del progreso cultural (cap. II) estriba en salvaguardar “los derechos de la persona, (…) dentro de los límites del bien común” (nº 59).
14 de junio de 2044. Esa misma idea interpela a un agente de seguros de una compañía que fabrica robots. La superficie terrestre se ha plagado de propiedades radiactivas que han dado vida propia a las máquinas, poniendo en solfa a un ser humano que echa de menos el llamado petróleo del siglo XXI: el agua. La desertización abre el telón de una época histórica en la que la inteligencia artificial superará a la humana. El agente de seguros lo encarna Antonio Banderas. El filme se titula Autómata.
Determinados cristianos, negacionistas del cambio climático, creen que Francisco es quien verdaderamente se está montando una película, a través de su nueva encíclica Laudato sii. Sobre el cuidado de la casa común. Sea alabada, también, la técnica. Pero usada siempre con cabeza.
En el nº 2.945 de Vida Nueva