CARLOS AMIGO VALLEJO | Cardenal arzobispo emérito de Sevilla
Elegí el nombre de Francisco, decía el Papa, porque el Santo de Asís es luminoso ejemplo de quien sabe cuidar la creación y de cuantas criaturas en ella habitan. Francisco de Asís inicia el Cántico de las criaturas alabando al santísimo, omnipotente y buen Señor, pero la alabanza se convierte en responsabilidad de cuidar con esmero lo que de Dios proviene. Francisco será custodio de la armonía de la creación y un hombre de paz.
Cuanto se refiere al medio ambiente, a la naturaleza, al cuidado de la creación, estará continuamente presente en el pensamiento y las palabras del papa Francisco. Desde el primer saludo en el balcón de la basílica de San Pedro, en la homilía de la misa en la que se inauguraba su pontificado y hasta en la encíclica Laudato si’, sobre el cuidado de la casa común.
Custodiar equivale a protección, vigilancia, guardar con cuidado… La mejor manera de participar de la obra de la creación será la de defender la dignidad de la persona, hecha a imagen del Creador. Custodio es el que cuida de la obra que se le ha confiado, no para explotarla en beneficio propio, sino para que la obra de Dios sirva para el bien de todos.
En los comienzos de su ministerio, el papa Francisco nos animaba a que fuéramos custodios de la creación, guardianes del otro y el medio ambiente. Pero este oficio de cuidar también se refiere a la atención por nosotros mismos. Vigilar sobre los sentimientos del corazón, porque esa es la fuente de donde salen las intenciones buenas y malas. Las que construyen y las que destruyen.
Francisco de Asís contempla a Dios como el invisible que se hace cercano y habla a través de las criaturas. El Cántico del hermano sol es expresión desbordada de admiración y de gratitud al Señor hacedor de todo bien. Por eso, todo lo creado es una gran fraternidad de seres que reciben vida de su Hacedor y tienen que ser reconocidos como hermanos, pues son obra de Dios, Padre y Señor.
La ecología que defiende el papa Francisco es teológica y humana. Metida en lo más hondo de la naturaleza y siempre buscando el bien del hombre. Si la persona ocupa un primer lugar de interés, también es cierto que ese mismo hombre es objeto de las mayores agresiones, tanto a su dignidad humana como a la esencialidad de ser distinto y único en el universo de todo lo creado. Muy lejos de un ecologismo con ambiguas militancias y no pocos contrasentidos. No se puede pensar en una ecología sin Dios y sin lo más querido de Dios: el hombre, la mujer, la vida.
Ecología del papa Francisco inspirada en Francisco de Asís. Armonía de nombre y de pensamiento. Dios es el principio y la razón. Y la casa en la que viven los hombres es propiedad de ese mismo Dios. Custodios, no dueños.
En el nº 2.946 de Vida Nueva