JOSÉ BELTRÁN | Director editorial de Vida Nueva
JUEVES 23 DE JULIO. En tiempos donde gusta la oposición y la trinchera, ella suma. Porque escucha o, al menos, lo intenta. Porque sirve a lo Bergoglio. Por eso la respaldan sus hermanas como general. Sacramento.
VIERNES 24. Caen en mis manos las listas de participantes en el Encuentro Europeo de Jóvenes. Decepción. No es nuevo, pero me sigue doliendo. Por la falta de implicación de algunas diócesis y movimientos que miran para otro lado. Ni un inscrito. O se cuentan con los dedos de una mano. Porque no va el Papa. Porque no toca figurar. Porque no se ha diseñado a su gusto. Porque preferían mirarse al ombligo de sus actividades de verano. Me preocupa. Como pastoralista. Como Iglesia.
DOMINGO 26. Nunca me había topado con un ministro en una misa de domingo. En plena campaña de “neutralidad religiosa” que lo mismo deja solo al Apóstol que arrincona a la Mercé o le roba el “san” a un tal Fermín, me topo con Fátima Báñez. En los últimos bancos. Sin presumir de las cifras de empleo. Pero sí escuchando cómo en las preces se pide por los gobernantes. Rezo poniendo un rostro real. Humanizo a quien tengo al lado.
MARTES 28. Joan Piris se va sin hacer ruido. Como acostumbra. Y mira que se lo hicieron pasar mal en sus dos primeros años en Lleida. Él, a cambio, le deja en herencia a la diócesis y a los obispos españoles una lección práctica de Evangelii Gaudium. Pisos sociales para familias sin recursos donde solo había un seminario vacío. No le hagan loas, que no las recibe en casa: “Yo ya no soy nadie, solo el emérito”. Regresa a Valencia.
jose.beltran@ppc-editorial.com
En el nº 2.952 de Vida Nueva.
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