Documentos

Discurso del Papa a niños y familias de inmigrantes en Harlem (Nueva York) – 25.09.2015

Compartir

Escuela Nuestra Señora Reina de los Ángeles

Queridos niños:

Estoy contento de estar hoy aquí con ustedes junto a toda esta gran familia que los acompaña. Veo a sus maestros, educadores, padres y familiares. Gracias por recibirme y les pido perdón especialmente a los maestros por “robarles” unos minutos de la lección.

Me han contado que una de las lindas características de esta escuela es que algunos de sus alumnos vienen de otros lugares, inclusive de otros países. Qué bueno que es eso. Aunque sé que no siempre es fácil tener que trasladarse y encontrar una nueva casa, nuevos vecinos, amigos; no es nada fácil. Al principio puede ser algo cansador, ¿verdad? Muchas veces aprender un nuevo idioma, adaptarse a una nueva cultura, un nuevo clima. Cuántas cosas tienen que aprender. No solo las tareas de la escuela.

Lo bueno es que también encontramos nuevos amigos, encontramos personas que nos abren puertas y nos muestran su ternura, su amistad, su comprensión, y buscan ayudarnos para que no nos sintamos extraños. Para que nos sintamos en casa. Qué lindo que es poder sentir la escuela como una segunda casa. No solo es importante para ustedes, sino para sus familias. De esta manera, la escuela se vuelve una gran familia para todos. En donde junto a nuestras madres, padres, abuelos, educadores, maestros y compañeros aprendemos a ayudarnos, a compartir lo bueno de cada uno, a dar lo mejor de nosotros, a trabajar en equipo y a perseverar en nuestras metas.

Bien cerquita de aquí hay una calle muy importante con el nombre de una persona que hizo mucho bien por los demás, y quiero recordarla con ustedes. Me refiero al Pastor Martin Luther King. Él dijo un día: “Tengo un sueño”. Él soñó que muchos niños, muchas personas tuvieran igualdad de oportunidades. Él soñó que muchos niños como ustedes tuvieran acceso a la educación. Es hermoso tener sueños y poder luchar por ellos.

Hoy queremos seguir soñando y celebramos todas las oportunidades que, tanto a ustedes como a nosotros los grandes, nos permiten no perder la esperanza en un mundo mejor, con mayores posibilidades. Sé que uno de los sueños de sus padres, de sus educadores, es que ustedes puedan crecer con alegría. Siempre es muy bueno ver a un niño sonreír. Acá se los ve sonrientes: sigan así y ayuden a contagiar la alegría a todas las personas que tienen cerca.

Queridos chicos, ustedes tienen derecho a soñar y me alegra mucho que puedan encontrar en esta escuela, en sus amigos, en sus maestros, ese apoyo necesario para poder hacerlo. Donde hay sueños, donde hay alegría, ahí está siempre Jesús. Porque Jesús es alegría y quiere ayudarnos a que esa alegría permanezca todos los días.

Antes de irme quiero dejarles un homework, ¿puede ser? Es un pedido sencillo pero muy importante: no se olviden de rezar por mí para que pueda compartir con muchos la alegría de Jesús. Y recemos también para que muchos puedan disfrutar de esta alegría como la que tienen ustedes.

Que Dios los bendiga y la Virgen los proteja.

© Copyright – Libreria Editrice Vaticana