JOSÉ BELTRÁN | Director editorial de Vida Nueva
SÁBADO 3. Nada más aparcar junto al Sombrerito, saludo a sor Verónica. Iesu Communio. Por la toca reconozco justo después a sor Encarna, flanqueada por todo el gobierno provincial. Se unen al corrillo Cándida, vedruna infatigable de Vigo, y María Jesús, la vitalidad del Santísimo Sacramento. Juana, misionera secular del Jesús Obrero, me localiza en Twitter y nos ponemos al día. Dos minutos después, Inmaculada, de la Frater de Getafe. En apenas diez minutos, el abanico de la Vida Consagrada sale a mi encuentro. Encarnada. Nada de esas “monjas lloronas” de las que advierte Bergoglio. Mujeres en primera línea de fuego. Diferentes carismas y misiones. Pero en comunión. Me sumo a Osoro: un “lujo” tenerlas.
DOMINGO 4. Bodas de oro de la parroquia de San Rafael. No busquen el oro. Bombonas de butano en las terrazas. Una vieja parabólica colgada de una ventana. Rejas en los bajos. Sábanas tendidas. Y una iglesia que saca la mesa del camping para celebrar la eucaristía con su barrio. Hace 50 años, acogida a inmigrantes españoles. Ahora, con pasaporte o sin él. Y los Hijos de la Caridad, al quite.
MARTES 6. Un año en Vida Nueva. Normalidad de los demás, extraordinario para uno. Un cambio constante, como el riego por goteo. Empapa hasta la raíz. Deja crecer. Un año de vida nueva para mí. Tiempo de gracia. De gracias. Muchas gracias.
MIÉRCOLES 7. Una llamada. Un lector responde al artículo de Pepe ante las limitaciones de un convento donde esta revista se esfumaba. Gratuidad de José Miguel. Mecenas contemplativo.
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En el nº 2.959 de Vida Nueva.