SHEREEN DAGANI | Periodista de la emisión árabe de Radio Exterior de España
Después de los atentados de Daesh (acrónimo árabe de Estado Islámico de Irak y el Levante) en las calles de París en la noche del viernes 13 de noviembre, que causaron 129 muertos (una cifra que sigue creciendo) y más de 300 heridos, musulmanes de todo el mundo han tomado las redes sociales para demostrar que ellos no forman parte del extremismo y de la violencia que esos terroristas propagan en nombre del Islam. Y yo soy una de ellos.
Los musulmanes de Francia y Europa vivimos bajo el miedo a las posibles repercusiones que puedan traer consigo estos atentados, sobre todo después de que la fiscalía pública francesa revelara que varias de las identidades de los atacantes suicidas se correspondían con musulmanes nacidos en aquellas tierras.
¿Es el ambiente que se vive en los barrios musulmanes de las grandes ciudades de Francia o Bélgica un elemento incubador para que puedan germinar esos extremismos? Los expertos apuntan que estos terroristas no pueden tener éxito en nada, ni en sus estudios, ni en sus trabajos, y que entonces encuentran una salida en los grupos terroristas, en los cuales se sentirían realizados.
Yo creo firmemente que hubo negligencia de una importante porción del tejido social francés musulmán, que no supo hacerse responsable de la evolución de sus jóvenes. Y, asimismo, también creo que hubo negligencia en las autoridades a la hora de encontrar una política eficaz para ayudar a integrar a los musulmanes en esa sociedad francesa que contribuye con su trabajo al desarrollo del país.
La separación y aislamiento del componente musulmán francés del resto de la sociedad gala es un error grave. Y también lo sería que Francia emprendiese una guerra contra el Islam y los musulmanes y no contra el terrorismo.
No hay que olvidar que los grupos terroristas de Daesh y Al Qaeda mataron a muchos mas inocentes árabes y musulmanes en sus atentados en Irak, Siria, Yemen o Libia que a occidentales cristianos.
En el nº 2.965 de Vida Nueva