EL LIBRO DEL MES: 'El niño de Belén'

Una obra de Hortensia Muñoz Castellanos, editada por PPC

El niño de Belén, Hortensia Muñoz Castellanos (PPC)

MAR SÁNCHEZ | El niño de Belén es un libro de autora. Hecho desde el deseo y, quizá, también desde la necesidad de contar de otra manera aquello que ha sido mil veces contado. Un libro que, precisamente por lo sencilla y conocida que es la historia que narra, ha tenido que buscar rendijas por donde colar la ternura, la sensibilidad, la historicidad, y hacer verdadera la ternura de unos padres, la vida de un pueblo, la inquietud o cansancio del que busca –en este caso, unos magos–, la preocupación de un compañero, de un esposo o el agotamiento de una embarazada, después de una larga jornada en aquellos viajes, en aquellos tiempos… y también en estos.

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La historia de El niño de Belén está hecha como se hace la buena cocina. Sin disfrazar los sabores, actualizando y renovando. Haciendo cercano y creíble el hecho que se cuenta: el nacimiento de Jesús. Los ingredientes con los que se teje esta obra son: excelente redacción, precisión, rigurosidad en las palabras, un estilo directo, un ritmo fácil en la lectura y una increíble capacidad de contar de manera sencilla y ligera lo que a otras nos cuesta frases y frases.

En el proceso de creación de estas páginas hay mucha lectura de documentación para contextualizar todo lo que se cuenta, mucha edición y una enorme creatividad. Y todo ello desde una mirada enormemente sensible a la naturaleza y todo lo que la habita. El resultado es un libro cargado de chispas de emoción, que se detiene en la humanidad de los personajes:

¡Es tan pequeño! –dijo José mientras acostaba a Jesús.
Aquella noche no dejaron de mirar a Jesús ni un minuto.
Melchor encontró una antigua profecía de los judíos y se la leyó a sus amigos.

El niño de Belén es una obra que ha cuidado con igual pasión el relato y la ilustración. La autora, Hortensia Muñoz Castellanos, ha querido que las ilustraciones de Montse Tobella acompañen y realcen el relato. Unas ilustraciones cuidadas y artesanales, como el propio texto.

Este volumen quiere presentar a los más pequeños y a los no tan pequeños quién es Jesús como raras veces se ha presentado. Con una mirada interesada, que no neutral, pero que no está barnizada de religiosidad aprendida ni de años de catequesis; una mirada que no pretende la adhesión, sino mostrar desde la emoción que el mismo hecho provoca para, desde ahí, convocar a contemplarlo.

En las líneas en que se va desgranando el relato y el pequeño niño crece, se atisba, se deja entrever, la mirada también tierna, sorprendente, misericordiosa que tendrá “ese Jesús” que se hará grande, que crecerá. Se deja ver de dónde Jesús aprende a cuidar y a mirar: “Jesús pasaba mucho tiempo en el patio de su casa, allí se juntaban las mujeres, molían el grano de trigo… Desde allí, veía a las mujeres barrer, escuchaba sus conversaciones y sus risas y aprendía sus canciones. A la caída de la tarde esperaba a los pastores…”.

Como la propia autora apunta acertadamente en la contraportada: “Este libro pone rostro y color a las emociones de los personajes que rodearon el nacimiento más veces contado”. Recomiendo este libro porque creo que ya era hora de que hubiese “otra narración” más humana, más emocionante y más de verdad que se pueda enganchar en la vida de quien se acerca a leer y contemplar.

Una historia que, por sabida, no deja de ser increíble por la capacidad transformadora y de esperanza que ha supuesto para personas de todos los tiempos. El niño de Belén es un libro sencillo de “literatura infantil”, un libro de los que decimos “de niños”. Por eso se ha pergeñado a lo largo de muchos borradores, se han pulido las palabras, se han revisado las oraciones, una y otra vez, haciendo que las frases “corrieran”, fueran directas y fotografiaran el sentido exacto de lo que se quiere transmitir.