Entidades de Iglesia expresan su preocupación por la falta de respuesta ante este drama
MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Si 2015 se cerró con la dramática llegada de un millón de refugiados a la Unión Europea (UE), 2016 presenta un panorama peor, al menos en cuanto a su acogida en España. Como constata Vida Nueva en conversación con distintas instituciones de Iglesia, están preocupadas por que la incierta situación política (casi un mes después de las elecciones generales se desconoce quién conformará el Gobierno) revierta en una situación ya de por sí anómala, por la que, de la cuota de 15.000 refugiados que el país se ha comprometido a recibir en el plazo de dos años, a día de hoy solo hay 12, todo eritreos salvo un sirio.
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José Luis Segovia Bernabé, responsable de la Mesa de la Hospitalidad con la que la Archidiócesis de Madrid busca dar respuesta a esta crisis, expone a este semanario “la situación precaria de los refugiados de hecho, pendientes de trámites en un sistema pensado para riego por goteo y no por aspersión”, así como “el explícito desentendimiento del tema en la última campaña electoral”. Síntomas de que la acogida a los refugiados es relegada por nuestras autoridades.
De ahí que, más allá de Cruz Roja, CEAR y ACCEM –las entidades destinadas por el Gobierno para recibir a los primeros refugiados de cuota–, el resto de asociaciones que ya están preparadas para su labor en una supuesta segunda fase siguen manteniendo su acción habitual con otro tipo de refugiados, aunque solo sea a modo de paso, pues muchas constatan que los refugiados no quieren quedarse en España y su principal objetivo está en Alemania.
José Luis Pinilla, responsable de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española, se expresa con dureza: “La situación está producida por la desidia, la ausencia de decisiones políticas, la nula prioridad de estos temas en la agenda europea, la hipocresía, la priorización de políticas de seguridad en vez de cohesión social e integración… En definitiva, una política en algunos casos indecente, mezquina y ruin”.
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En el nº 2.972 de Vida Nueva
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