(José María Arnaiz– Ex Secretario General de la Unión de Superiores Generales)
“Se advierte bastante fácilmente cuando un candidato va a ser capaz de generar confianza y sembrar convicciones. No tiene que tener miedo a las preguntas y, al responder, no quedarse en respuestas fáciles, lugares comunes o clichés”
Dentro de unos meses toca votar en Chile un nuevo presidente. A medida que se acerca el día se hace más urgente hacer un buen discernimiento político y saber como ciudadano activo a quién votar y cumplir debidamente con la tarea importante de acudir a las urnas.
Tres son los criterios que hasta el momento me ayudan a decidir. Mi voto irá por el que proponga lo nuevo. Rostro nuevo, voz nueva, tono nuevo, pero, sobre todo, paradigma de civilización nuevo; el actual llegó a su fin. La crisis que vivimos es terminal. No sirve más consumo, conflicto, individualismo y exclusión. El nuevo presidente debe acertar a convertir el destino común en un nuevo comienzo. Misión difícil pero no imposible.
El voto irá, en segundo lugar, por quien haga opción real y concreta por los pobres. Se lo negaré al que sea ciego y sordo a la llamada del excluido y del necesitado. Son muchas las razones para ello, pero hay una que no es menor: si esa atención y preocupación no se da, no está garantizada la estabilidad y el crecimiento del país porque no está garantizado el compartir.
En fin, me inclinaré por el que tenga un proyecto, una alternativa, la propia de un líder que sabe conducir, que convoca, comunica, propone. Ser autoridad significa crear, guiar, producir algo en los otros y en el mundo. Se advierte bastante fácilmente cuando un candidato va a ser capaz de generar confianza y sembrar convicciones. No tiene que tener miedo a las preguntas y, al responder, no quedarse en respuestas fáciles, lugares comunes o clichés. En una palabra, tiene que ser capaz de comenzar una nueva etapa en la vida del país y terminarla.
¿Cuál de los tres candidatos presidenciales se acerca más y mejor a este perfil? Si es verdad que cada país tiene los gobernantes que se merece, sin duda que a Chile le toca optar por algo muy valioso.
En el nº 2.660 de Vida Nueva.
