Momento bisagra en la Iglesia española

Jesus Sanchez Camacho1JESÚS SÁNCHEZ CAMACHO | Profesor CES Don Bosco

Fernando Quiroga Palacios, arzobispo de Santiago, había sido nombrado cardenal el 12 de enero de 1952 bajo el pontificado de Pío XII. A finales de esa década, participaría en un cónclave gozne de la renovación de la Iglesia, donde se elegiría al cardenal Angelo Roncalli. A renglón seguido, Juan XXIII confiaría en su amigo, el cardenal español, para pertenecer a la comisión preparatoria del Concilio Vaticano II.

El 4 de marzo de 1966 (nº 511), Vida Nueva se hace voz de la formación de la CEE, institución que perseguiría las huellas del Concilio Vaticano II para actualizar una Iglesia sitiada por el franquismo. Los obispos, reunidos en Madrid del 26 de febrero al 4 de marzo, estaban preparados para constituir la CEE. Fernando Quiroga fue elegido presidente el segundo día del encuentro. Y, como no podía ser de otra manera, la revista mostraba su emoción ante la nueva etapa que empezaba a recorrer la Iglesia española del posconcilio.

Cinco décadas después, la CEE se dispone a celebrar su 50º aniversario, momento que también puede ser bisagra del rol de esta institución en la esfera pública y de su aportación internacional. ¿Le interesará a la CEE que la pastoral proyectada en los próximos años permanezca anclada en una actitud condenatoria hacia teólogos, políticos y pensadores de otros hemisferios doctrinales; o celebrar La alegría del Evangelio en el mundo contemporáneo?

En el nº 2.979 de Vida Nueva

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