‘Spotlight’ no es una película anticatólica


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Spotlight, el filme que ha ganado el Óscar a la mejor película, tiene un argumento convincente. No es una película anticatólica, tal como fue descrita, ya que se las arregla para dar voz a la consternación y al profundo dolor de los fieles frente al descubrimiento de unos terribles hechos. Es cierto que en el relato no hay espacio a la larga y tenaz lucha que Joseph Ratzinger –primero como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y, después, como Papa– emprendió contra la pedofilia en la Iglesia. Pero en una película no se puede decir todo y las dificultades que encontró Ratzinger solo confirman la tesis de la cinta. Y es que, con demasiada frecuencia, la institución eclesial no ha sido capaz de reaccionar con la determinación necesaria frente a estos crímenes.

Por supuesto, como todos sabemos, los niños son seres indefensos y, por lo tanto, las víctimas preferidas de abuso, incluso en las familias, en los círculos deportivos, en las escuelas públicas. Los verdugos no solo llevan sotana. La pedofilia no se deduce necesariamente del voto de castidad. Pero sí está claro que muchos en la Iglesia han estado más preocupados por la imagen de la institución que no por la gravedad del acto.

Todo esto no puede justificar la falta gravísima de quienes, vistos como representantes de Dios, utilizan su liderazgo y autoridad para abusar del inocente. En Spotlight está bien contado, dando voz a la devastación interior que estos actos generan en las víctimas, cuando ya ni siquiera tienen un Dios a quien encomendarse, al que pedir ayuda.

El hecho de que la ceremonia de los Óscar haya hecho un llamamiento a Francisco para que combata esta lacra debe ser visto como un signo positivo: todavía hay credibilidad en la institución, se confía en un Papa para que continúe la limpieza iniciada por su predecesor como cardenal. Todavía hay confianza en una fe que tiene en su centro la defensa de las víctimas, la protección de los inocentes.

Cedido por L’Osservatore Romano

En el nº 2.979 de Vida Nueva

 

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