Un monaguillo muy especial

(Juan Linaza Garzón– Jérez del Marquesado, Granada) En las tierras de Granada he visto algo que mucha gente no quiere ver. Cómo la Iglesia mima y cuida a su gente, al pueblo. Ellos son la Iglesia de Cristo de verdad, la que le rinde homenaje celebrando la Pasión. 

Podríamos hablar de muchos pueblos de España, incluso de grandes ciudades, como Sevilla y Málaga. Pero yo quiero hablar de un pueblo en concreto: Jérez del Marquesado. En las faldas de Sierra Nevada. ¿Qué vi allí? La antítesis de lo que preconiza nuestra actual clase dirigente.

En el principio de las procesiones, sosteniendo la cruz guía, abriendo paso a la tragedia de la humanidad, a la condena a muerte del Ecce Homo, del hombre bueno, del justo, de Jesucristo… un hombre querido, bueno, justo, de más de treinta años encabeza la procesión.

De nuevo se da la tragedia en esta sociedad, de nuevo vil, de nuevo injusta, de nuevo criminal. Este hombre hubiera sido condenado al aborto si al nacer hubiese existido la actual ley. No existiría por tener el síndrome de Down. Hubieran sido aconsejados sus padres, por los muchos médicos competentes actuales, para abortar sin más, en una actitud claramente anti-hipocrática y de selección de pureza social. 

Pero, por supuesto, sus padres no hubieran aceptado semejante consejo atroz. Y lo hubieran educado de la misma forma que lo han hecho hasta el día de hoy: con amor.

Y él, educado en el amor, bueno y responsable, cumple al día de hoy con competencia el papel que se la ha encomendado de monaguillo.

Mi enhorabuena para esos padres, para este hombre y para el pueblo de Dios en Jérez que rinde culto a Jesucristo celebrando su Pasión y su Resurrección y defendiendo la vida desde el primer instante de su concepción hasta su término natural.

En el nº 2.661 de Vida Nueva.

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