Frustrados a pie de página


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Es muy posible que la esperada exhortación postsinodal deje un buen ramillete de frustrados a pie de página. Hay expectativas que no se cumplirán para unos, aun cuando para ellos eran utopías soñadas hace apenas tres años; y, para otros, exasperados, Francisco habrá traspasado otra línea roja. Son esos “doctores de la letra” de los que habló en la oración con la que concluyó el vía crucis del Viernes Santo, los mismos que vuelven la cara al verlo lavar los pies de mujeres, a pesar de que el Papa cumple su propia norma tras mandar reformar una que solo consentía bendecir callos masculinos.

Es muy aventurado referirse a un texto que aún no se ha hecho público, pero creo que aunque Bergoglio no escribiese ni una sola línea conclusiva de los dos sínodos dedicados a la familia, el haber puestos sus miedos, frustraciones, debilidades, veleidades, infidelidades, incoherencias, desafíos, abusos, dejaciones, vejaciones, desamparo y demás parentela de humillaciones a la vista de todos ya ha tenido un efecto catárquico. No digo que sea suficiente, pero a veces hay que nombrar las cosas para sacudirse el polvo de un olvido secular y desentumecerse para seguir caminado con dignidad. Y esto el Papa lo ha hecho.

Otros pastores solo nombran obsesiones y, como también rezó Francisco en su Oh Cruz de Cristo, “en vez de enseñar la misericordia y la vida, amenazan con el castigo y la muerte y condenan al justo”. Estos días hemos visto incluso como algunos, en un lenguaje necesitado de misericordia, cargaron tanto las tintas en su afán por desbaratar maquiavélicas conjuras políticas que, sin pretenderlo, acabaron acusando de pecado de omisión, por indiferencia, a un hermano obispo. En las guerras, donde está desterrada la palabra comunión, a esto le llaman “fuego amigo”.

En el nº 2.983 de Vida Nueva

 

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