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Nuestro trabajo empezó en una capilla de La Lucila, en la diócesis de San Isidro (Buenos Aires), donde había un sacerdote que alentaba a salir de ese cristianismo que solo va a misa los domingos. Tardamos casi un año, pero un día fuimos a hablar con él. Nos ofreció trabajar en Cáritas. Pero Manuel le dijo que queríamos trabajar con matrimonios en nuestra condición –separados en nueva unión– para ayudarles a que no se alejaran de la Iglesia, algo que nos había pasado a nosotros pensando que no podíamos educar en la fe a nuestros hijos porque no cumplíamos con la norma eclesial. Él nos hizo ver que se puede soñar un Evangelio, pero se necesita mucha humildad. Eso queríamos hacer con otros matrimonios.
Con el tiempo, el obispo emérito Jorge Casaretto decidió hacer una pastoral de separados en nueva unión, la única así en Argentina. Y hacíamos jornadas para decirles a las parejas que la Iglesia estaba abierta; que nosotros no accedíamos a la comunión, pero esa era nuestra ofrenda que dábamos con humildad para testimoniar que creemos en un matrimonio para toda la vida y que nuestra comunión era Dios, que está con nosotros.
Gracias a este caminar en la fe como separados en nueva unión, amigamos a nuestros respectivos hijos, que hoy son como hermanos. Hubo daño, sufrimos todos, hicimos una confesión, con humildad les pedimos perdón a nuestros hijos y les tratamos de ayudar a comprender la realidad. Hoy, tras 33 años de vida en nueva unión, a Manuel y a mí nos ven muy bien.
En Amoris laetitia, Francisco habla del amor, de discernir e integrar, redescubre la alegría del amor. Y señala el camino como una hoja de ruta. Él cree que cada situación es particular, le tiene respeto a la persona y entiende que cada matrimonio tiene sus realidades a resolver. También alienta a los sacerdotes a acompañar y a todos hacer este camino que hicimos nosotros. Esto trae felicidad porque se empieza a comprender que tener a Jesús en tu vida no es solo el tema de la comunión. La exhortación apostólica invita a todos a redescubrir el amor en la relación.
En el nº 2.986 de Vida Nueva
