En su primer discurso en el país, reclama “razón, moderación y responsabilidad” para el “pacífico entendimiento” entre los pueblos
El Papa, flanqueado por el catholicós y patriarca Ilia II y por el presidente Giorgi Margvelashvili, a su llegada a Georgia hoy viernes
MARÍA GÓMEZ | De las 15 h. (hora loca, 13 h. en España) de hoy viernes 30 de septiembre, el papa Francisco ya está en Georgia, un país de gran tradición cristiana pero donde los católicos son una pequeña minoría (el 2,5% de la población). Se trata, pues, de una nueva visita y un nuevo gesto del Papa para contribuir a la relaciones ecuménicas. Juan Pablo II fue el primer pontífice en pisar el país, en noviembre de 1999, en el umbral del Jubileo del año 2000. Francisco llega también en el marco del Año jubilar de la Misericordia, como un peregrino de la paz y la reconciliación, para seguir estrechando lazos entre los cristianos.
- Discurso íntegro de Francisco a las autoridades de Georgia
- Discurso íntegro del Papa ante el Catholicós Ilia II
- Oración del Papa en el encuentro con la comunidad asirio-caldea
En este su 16º viaje apostólico fuera de Italia, Francisco y su séquito partieron de Roma a las 9 h. y aterrizaron en la capital, Tiflis, cuatro horas después. Al pie del avión le esperaban, entre otras autoridades, el presidente georgiano Giorgi Margvelashvili y su esposa, y el Catholicós y Patriarca de Toda Georgia, Ilia II.
Tras una breve ceremonia de acogida, el Papa fue trasladado al Palacio Presidencial, para un primer encuentro privado con el presidente Margvelashvili y, posteriormente, en el Patio de Honor, tuvo lugar el encuentro con las autoridades, sociedad civil y Cuerpo Diplomático del país. En su saludo inicial, el presidente le aseguró al Papa que “su visita es una llamada a la paz”.
Potenciar el diálogo entre diferentes
El Papa habla ante las autoridades, sociedad civil y Cuerpo Diplomático de Georgia
Georgia “es casi un puente natural entre Europa y Asia, una bisagra que facilita las comunicaciones y las relaciones entre los pueblos”, describió Francisco en su discurso, un “lugar de encuentro e intercambio vital entre culturas y civilizaciones, que ha encontrado en el cristianismo su más profunda identidad y el fundamento seguro de sus valores”.
El Papa valoró los “sacrificios” y valentía del país para conseguir su independencia, en 1991, tras la caída de la Unión Soviética, y les deseó “que el camino de paz y desarrollo prosiga con el compromiso solidario de todos los miembros de la sociedad”, principalmente de los responsables políticos –muchos de los cuales estaban oyéndole en vivo–, que deben afanarse en el bienestar de todas las personas, sin importar las distinciones de carácter étnico, lingüístico, político o religioso, pidió el Pontífice.
Sin duda, el párrafo más importante del discurso es donde Francisco reclama “el pacífico entendimiento entre todos los pueblos y los Estados de la región”: “En muchos lugares de la tierra, parece prevalecer una lógica que hace difícil mantener las legítimas diferencias y controversias ―que siempre pueden surgir― en un ámbito de confrontación y diálogo civil, donde prevalezca la razón, la moderación y la responsabilidad”. Y alerta: “Esto es tanto más necesario en el momento histórico actual, en el que no faltan también extremismos violentos que manipulan y distorsionan principios de naturaleza civil y religiosa para subordinarlos a oscuros diseños de dominio y de muerte”. El Obispo de Roma aseguró la colaboración de la Iglesia Católica para contribuir a la promoción humana y el bien común.
Al catholicós: “Permanezcamos más unidos”
El Papa agradece al catholicós y patriarca Ilia II su recibimiento
Inmediatamente después y sin descanso, la comitiva papal se dirigó al Palacio del Patriarcado, donde a las 14:40 h. (hora española) tenía lugar el encuentro con el líder espiritual de Georgia, el catholicós Ilia II.
El patriarca tiene 83 años, dirige la Iglesia Ortodoxa Georgiana desde 1977 y ya recibió a Juan Pablo II en 1999. Además, fue el primer patriaca georgiano que visitó el Vaticano, hito que Francisco subrayó durante su alocución: “Usted abrió una nueva página en las relaciones entre la Iglesia Ortodoxa de Georgia y la Iglesia Católica. En aquella ocasión, intercambió con el Obispo de Roma el beso de la paz y la promesa de rezar el uno por el otro. Así se han reforzado los importantes lazos que existen entre nosotros desde los primeros siglos del cristianismo”.
El Papa, que se presentó como “peregrino y amigo”, aseguró que es el momento de “un nuevo impulso, un renovado fervor a los lazos que nos unen. (…) Pedro y Andrés eran hermanos. Querido hermano, dejémonos mirar de nuevo por el Señor Jesús, dejémonos atraer aún por su invitación a dejar todo lo que nos impide dar, juntos, el anuncio de su presencia”.
El Obispo de Roma agradeció el testimonio creyente que el pueblo georgiano ha dado a lo largo de la historia, recordó a santa Nino –que difundió el Evangelio en Georgia– y san Jorge –patrón del país–, e insistió: “Querido Hermano, para que también hoy el Evangelio dé fruto, se nos pide que permanezcamos todavía más enraizados en el Señor y unidos entre nosotros. Que la multitud de santos de este país nos anime a poner el Evangelio por encima de todo y a evangelizar como en el pasado y, más que en el pasado, libres de las ataduras de ideas preconcebidas y abiertos a la perenne novedad de Dios. Que las dificultades no sean un obstáculo, sino un estímulo que nos ayude a conocernos mejor”.
Encuentro con la comunidad asirio-caldea
El último acto del día fue el encuentro con la comunidad asirio-caldea
El último acto del día fue el encuentro con la comunidad asirio-caldea, una pequeña comunidad de católicos que hay en el país. El encuentro tuvo lugar –con un poco de retraso sobre el horario previsto– en la iglesia católica caldea de San Simeón Bar Sabas en Tiflis. Francisco fue recibido con un caluroso aplauso en el pequeño templo, se atavió con una estola ribeteada en rojo y presidió la celebración por el rito caldeo.
En todo momento estuvo acompañado por el patriarca Luis Rafael I Sako, cabeza de la Iglesia Católica Caldea, que saludó al Papa en nombre de los presentes. Después de que el coro y los fieles entonaran varios cantos, Francisco procedió a leer una oración por la paz. Ya fuera de la iglesia, arropado por la multitud, un niño le entregó al Papa una paloma y este la soltó. Un símbolo más que refuerza el sentido de este viaje que acaba de comenzar.
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