La fe que fluye en las tierras de Aragón

(Enrique Abad Continente – Profesor de Religión) La realidad eclesial de Aragón discurre con sus aguas. En torno a ellas se concentra la actividad humana y, también, la vida religiosa. A sus orillas ha llegado recientemente un nuevo equipo de pastores que ha tomado el relevo de quienes, años atrás, pastoreaban estas diócesis y que, guiados por el Espíritu, están llevando a cabo la tarea encomendada.

Como los ríos, como la población, estas diócesis convergen en torno al Ebro, y sus pastores. Manuel en Zaragoza, Jesús en Huesca y Jaca, Demetrio en Tarazona, Alfonso en Barbastro-Monzón y José Manuel en Teruel-Albarracín están surtiendo de vocaciones sacerdotales unos seminarios a los que han potenciado, dotándolos de una formación académica propia, están desempeñando una importante labor en las relaciones institucionales, han reorganizado sus diócesis y demostrado un alto nivel de cualificación administrativa llevando a cabo una gestión eficaz, entre otros logros.

Como la Iglesia Universal, estas Iglesias locales no están exentas de luces y sombras. Las sombras, más que aspectos negativos strictu sensu, son cuestiones que inquietan al Pueblo de Dios y a sus pastores. Entre estas cuestiones encontramos que el proyecto que se inició hace años para la formación del clero de Aragón, el CRETA, empieza a perder su significado original en beneficio de centros diocesanos propios, con lo que los especialistas que lo atienden se están disgregando; que las vocaciones autóctonas son escasas; que el laicado comprometido, aunque entusiasta, es escaso y está muy envejecido; la misma cuestión se plantea entre las diferentes instituciones de vida consagrada.

A la postre, el río de la fe nos une a todos, y todos somos Iglesia, más o menos concienciados, pero miembros del mismo Cuerpo místico de Cristo. Un pueblo creyente, pero como la historia de todo creyente, con sus altibajos, que el Espíritu nos ayudará a superar.

Si es usted suscriptor, vea el artículo completo aquí.

Compartir