Las calles de Teherán bullen de indignación ante el resultado de unas elecciones que son tachadas por los manifestantes de pucherazo. Ahmadineyad se aferra al poder vigilado por los ayatolás. Sin embargo, cuando se cumplen treinta años de la Revolución Islámica por la que Jomeini cambió un imperialismo caduco por un teocentrismo trasnochado, surgen voces de contestación. Por ahora, la represión no ha frenado la oleada popular que reclama un Irán más libre y abierto. Son signos de cambio que se suman al rechazo del fundamentalismo en las elecciones en Líbano o el lento pero perceptible giro en el discurso de un Netanyahu que ya habla de un hipotético Estado palestino “desmilitarizado”. El camino es largo, pero a todos nos va mucho en el envite.
En el nº 2.665 de Vida Nueva.
