Milania Limache

“Beber de la fuente de nuestros orígenes”

Milania-Limache

Indígenas y Vida Consagrada: algunos retos urgentes. Tal fue el nombre de uno de los talleres llevados a cabo durante el congreso de la CLAR con ocasión del Año de la Vida Religiosa. Roberto Tomichá, Ernestina López y Milania Limache constituyeron el equipo de trabajo que animó la experiencia.

Milania hace parte de una organización social llamada Unión de Mujeres Aymara del Abya Yala, con quienes promueve el protagonismo femenino en la defensa de la Madre Tierra. Nacida en 1981 en una población de la provincia peruana de Moho llamada Tilali, migró con su familia hacia San Juan del Oro, en Sandia. La pequeña chacra familiar de su tierra natal no alcanzaba para sobrevivir; por eso su padre emprendió un cultivo de café y de frutos tropicales en la ceja de selva del departamento de Puno.

Desde muy temprano, Milania experimentó rechazo por parte de otras personas hacia su origen aymara. “Ha sido una constante que con desprecio te digan indio, chacarero”. Según ella, el éxito del colonialismo es hacerle creer a los pueblos originarios que son pobres y que su cultura es inferior.

Su afirmación como aymara vino acompañada del encuentro con su lengua y del trabajo con mujeres. Había estudiado educación y había iniciado una maestría en lingüística en la capital del departamento. Con la ONG Mariana Ramos visitaba provincias como Huancané, Lampa y Azángaro en un programa de pequeños créditos para el empoderamiento femenino a través de unidades productivas simples. Según explica, aun cuando la mujer es el soporte del mundo indígena, en muchas ocasiones vive postergada por el machismo que da a entender que el hombre es el que lleva el dinero al hogar mientras ella solo sirve para estar en la casa, como signo de procreación que se ocupa de las cosas domésticas.

El trabajo con Mariana Ramos enriqueció su formación colectivamente y le ayudó a descubrir la importancia de la liberación de la mujer mediante la autonomía económica. Una segunda maestría, esta vez en Religiones y culturas andinas, llevada a cabo en el Instituto de Estudios de las Culturas Andinas (IDECA), le permitiría vivir un segundo momento en su despertar como mujer aymara.

Del Sur Andino

“Beber de la fuente de nuestros orígenes”. He ahí el resumen de la experiencia que vivió en el IDECA. Descolonizar el conocimiento y desaprender aquello que lleva a reproducir el desprecio en la propia vida se convirtió en una opción perentoria para Milania. Maestros como el boliviano José Luis Saavedra le hicieron abrirse aún más a su identidad en una institución heredera de la Iglesia Surandina, un movimiento animado, en su momento, por los misioneros estadounidenses de Maryknoll, promotores de una forma intercultural de trabajo en beneficio de los sectores marginados del altiplano.

Mujer y cuidado

Existe una correspondencia que une a la mujer con el destino de la tierra. En una región como Puno, donde cerca del 75% del territorio está concesionado a las grandes empresas mineras, la mujer se convierte en principal defensora de la tierra. Mujer y tierra: en ambas germina la vida y en ambas la vida está amenazada por parte de quienes quieren pasar por encima de la vocación agrícola del departamento. Son las mujeres las principales afectadas por la voracidad foránea; ellas permanecen en las comunidades mientras los hombres viajan en busca de dinero.

“¿Qué es desarrollo?”, se pregunta Milania. “¿Tener más carros; más casas? No es ese el desarrollo que perseguimos. Queremos una vida más digna, con nuestra naturaleza, con nuestra forma de vida”. Es claro que al inversionista no le importa el carácter sagrado del territorio. Ningún reparo encuentra el empresario al adueñarse de las montañas y de las fuentes de agua.

Unión de Mujeres Aymara del Abya Yala lucha para que haya más inclusión de las mujeres en espacios de toma de decisiones. Son las mujeres quienes sienten el clamor de la vida. Convocan a aymaras de otros países. Se forman en medios de comunicación. Se afirman desde su identidad y al hacerlo mantienen su defensa de la naturaleza. Controvierten los ideales de civilización y superioridad. Protestan. En 2011 surgió “El Aymarazo”, un movimiento social en rechazo de las concesiones mineras indiscriminadas en el departamento de Puno. Muchos de sus dirigentes fueron judicializados, otros están en proceso, bajo la tesis de que son terroristas o gente salvaje. Con todo, la movilización continúa. Milania está convencida de que luchar por la superación de la mujer aymara es una forma de favorecer el cuidado integral de las comunidades.

Texto y foto: Miguel Estupiñán

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