Sin temor a errores, el mensaje de Francisco ante los obispos de México ha dado las orientaciones más precisas sobre la acción que el creyente, bautizado y cristiano tiene frente a la realidad que lo interpela. A quienes ejercen un liderazgo, los conmina a abajarse para poder escuchar el alma profunda de un pueblo; y al pueblo, que camina a ras de suelo, le recuerda que es mirado con ternura y con el anhelo de que la casa de todos pueda ser un hogar de paz y de misericordia.
VNC141 (06/03-02/04/2016)
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