Tribuna

¿Matrimonio igualitario?

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Recientemente, la Corte Constitucional votó en contra de una ponencia que defendía el matrimonio civil como exclusivo para parejas formadas por un hombre y una mujer. Así dio vía libre al matrimonio de parejas del mismo sexo.

Aunque no se trata del matrimonio religioso, el pronunciamiento de la Corte fue duramente cuestionado por la Iglesia, entre otras razones, porque va en contravía de lo que establece la Constitución Política de Colombia en el artículo 42: “la familia es el núcleo fundamental de la sociedad y se constituye por vínculos naturales o jurídicos o por la decisión libre de un hombre y una mujer de contraer matrimonio”. Pero la Corte Constitucional, con esta sentencia, sepultó por completo la idea de que en Colombia la familia la conforman únicamente un hombre y una mujer.

Juan Pablo II llamó “temas no negociables” al matrimonio y a la familia

“Nadie puede pensar, leemos en la Exhortación Apostólica Amoris laetitia del Papa, que debilitar a la familia como sociedad natural fundada en el matrimonio sea algo que favorece a la sociedad. Ocurre lo contrario: perjudica la maduración de las personas, el cultivo de los valores comunitarios y el desarrollo ético de las ciudades y de los pueblos”.

Debemos reconocer, como lo hace Francisco, la gran variedad de situaciones familiares que pueden brindar cierta estabilidad; pero las uniones de hecho o entre personas del mismo sexo, por ejemplo, no pueden equipararse sin más al matrimonio. Ninguna unión precaria o cerrada a la comunicación de la vida nos asegura el futuro de la sociedad.

Por otra parte, ¿cuál es el afán y el interés de que estas uniones tengan el mismo nombre que se ha dado desde siempre a la unión del hombre y la mujer?

La palabra “matrimonio” procede de dos palabras latinas: matris y munium. La primera significa “madre” y la segunda “defensa”. De donde el matrimonio es la defensa, el amparo, la protección de la mujer que es madre, el mayor y más sublime oficio humano.

Dos hombres o dos mujeres pueden constituir una sociedad de vida para los fines que quieran y pedir el amparo y la protección de la ley. Pero esa sociedad no es un matrimonio ni podría tener los mismos derechos que la ley y la Constitución consagran para el matrimonio como núcleo fundamental de la sociedad.

Podemos entonces concluir que llamar “matrimonio” a la unión de dos personas del mismo sexo parece algo poco serio. La palabra “matrimonio” fue inventada hace muchos siglos para significar la sociedad de dos personas, hombre y mujer, que se unen para constituir una familia.

Fabián Marulanda

Obispo emérito de Florencia