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Don Jaime, un obispo para los pobres

Don Jaime, un obispo para los pobres

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La figura de Jaime de Nevares es emblemática y constituye un antes y un después en la historia de la vida de la diócesis de Neuquén (Patagonia argentina). Primer obispo de la provincia, supo caminarla y recorrerla con su gente. La fidelidad al Evangelio, la cercanía en sus modos, la llaneza de su vocabulario, la firmeza de su conducción, marcaron una personalidad de maestro, pastor y amigo. Un Pastor que ha llegado al corazón de cada persona mostrando su propio corazón.

 

Imagen 055A cada uno y a todos nos toca vivir momentos históricos de esos que luego se guardan por siempre en la memoria personal y también colectiva. Podemos vivirlos a conciencia, y hacernos protagonistas de los mismos, o sólo mirarlos pasar, como desde afuera. Lo primero es una responsabilidad, un compromiso y una manera concreta de enarbolar la vida. Lo segundo quizá sea indiferencia, pero seguro es no reconocernos sujetos de una historia que debemos hacerla nuestra en tiempo presente.

A 50 años de la clausura del Concilio Vaticano II, Neuquén está transitando los primeros 54 años de la diócesis, creada el 10 de abril de 1961, por Juan XXIII. El primer padre obispo fue don Jaime.

A 100 años de su nacimiento y 20 de su partida, el martes 20 de enero, con motivo de la Fiesta de San Sebastián, en la localidad norteña de Las Ovejas, se realizó la apertura del Año de don Jaime.

El jueves 29 de enero, fecha del nacimiento de Don Jaime, se celebró una Misa en la Catedral María Auxiliadora. Acto seguido, se presentó el libro Don Jaime de Nevares. El ilustre vecino, del padre Fernando Barraufet, editado por PPC, y el disco compuesto para esta ocasión por el cantautor argentino Carlos Seoane. En representación de PPC, participó de esta presentación Jorge Oesterheld, director de Vida Nueva.

Las imágenes de Don Jaime proyectadas en un video que también presentó PPC dieron rienda suelta a la emoción y a los recuerdos. Una noche única, inolvidable, donde la voz de Don Jaime resonó con su última bendición en el corazón de quienes lo conocieron y para la alegría de los que no lo conocieron, pero pudieron entender por qué son parte de esta Iglesia caminadora y misionera. Porque como dijo el padre obispo Virginio Bressanelli, “el Sí de Don Jaime nos contiene a todos”.

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