En América latina, los pueblo aborígenes son una porción de la sociedad que suele vivir relegada. En algunos países más que en otros, pero la realidad en la mayoría de los lugares es similar: importa que prevaleza el consumo por sobre cualquier interés y la industrialización por sobre cualquier manifestación cultural y/o natural.
Este atropello histórico lo denunciaron recientemente los obispos Juan José Chaparro, de San Carlos de Bariloche, y Esteban María Laxague, de Viedma (diócesis de la provincia de Río Negro, al sur de la Argentina), en solidaridad “con la marcha de los pueblos aborígenes de Río Negro en reclamo ante ‘el proyecto de nuevo Código de Tierras Fiscales’ para la provincia”. En este comunicado, reflexionaron: “Como sociedad perdura una deuda histórica con los pueblos indígenas respecto a su derecho a la posesión de tierra”, y reclamaron: “no se puede postergar por más tiempo esa injusticia del pasado y del presente. Por eso instamos al gobierno en sus diversos poderes a acelerar los mecanismos para el reconocimiento o restitución de las tierras y territorios que los pueblos aborígenes reclaman legítimamente”.
Concretamente, se auto preguntan por dos problemáticas: “por qué no se plasmó en su totalidad lo mandado por la ley nacional 26.160. Su ejecución está incompleta, varias de sus exigencias están aún pendientes”, por un lado. Por el otro, por el proyecto de ley sobre el Código de Tierras Fiscales porque “fue elaborado sin atravesar un proceso serio y profundo de consulta con aquellos que están directa e indirectamente afectados por su implementación”
Entre otros, este proyecto de ley no tiene en cuenta “la cultura y cosmovisión indígena sobre la tierra, el sentido y cuidado de la misma, mientras que acentúa la dimensión productiva, no solo la agrícola, pastoril y ganadera, sino también la turística y minera”.
Culminan el mensaje “con el anhelo de contribuir a un Río Negro en paz y justicia”, pidiendo la bendición de Dios para que “conceda vivir y caminar como pueblo que quiere la paz, la equidad y el ‘progreso’ real de nuestra provincia sobre la base de una conciencia cada día más comunitaria y solidaria con los más excluidos, y respetuosa con las distintas razas y culturas preexistentes sobre el territorio provincial”.