Con un mensaje sobre “el grave momento nacional”, ha concluido en Aparecida la 55ª Asamblea Nacional de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), que durante diez días –del 26 de abril al 5 de mayo– reunió a más de 370 de sus miembros, entre cardenales, arzobispos, obispos diocesanos, auxiliares y coadjutores, así como una cincuentena de obispos eméritos. Aunque las reuniones versaron sobre “la iniciación a la vida cristiana” y otros temas referidos a la vida de la Iglesia en el país con mayor número de católicos del mundo, la CNBB no dejó de dirigir una palabra “a los trabajadores y trabajadoras” con motivo del Día Internacional del Trabajo, ni de pronunciarse “frente a la delicada coyuntura política, económica y social por la que viene pasando Brasil”.
¿Qué está acontenciendo con Brasil?, se preguntan los obispos, perplejos ante la corrupción y la ausencia de principios éticos y morales que urgen a la reconstrucción del tejido social, advirtiendo que “el desprecio de la ética lleva a una relación promiscua entre intereses públicos y privados, razón primera de los escándalos de corrupción”.
La democracia en riesgo
Conscientes del grave riesgo que corre el Estado democrático de derecho, a medida que crece la incredulidad y el desencanto por la política, la CNBB alerta que el desinterés “favorece la ascensión de los ‘salvadores de la patria’ y el surgimiento de regímenes autoritarios”, al tiempo que enfatiza que “a los políticos no les es lícito ejercer la política de otra forma que no sea para la construcción del bien común”.
De igual forma, al retomar la preocupación por la primacía del mercado –expresada en el mensaje con motivo del Día del Trabajo–, los pastores reiteran que, “en nombre de la recuperación del desarrollo, no es justo someter el Estado al mercado. Cuanto es el mercado el que gobierna, el Estado se torna débil y acaba sometido a una perversa lógica financiera”.
En estas circunstancias, el desarrollo social es el criterio legitimador de las políticas económicas. “Se requieren políticas públicas que atiendan a la población, especialmente a la que se encuentra en situación de vulnerabilidad”, exige la CNBB, postulando esta alternativa para combatir la violencia y la exclusión que afecta a millones de brasileños.
Además de las múltiples expresiones de violencia vinculadas al conflicto, la impunidad, el desempleo, la desigualdad social, la degradación ambiental, la degeneración de los derechos humanos, la criminalización de los movimientos sociales y el crimen organizado, la Iglesia ha evocado algunos actos recientes de barbarie y victimización de los más pobres, como la masacre de los trabajadores del municipio de Colniza –en Mato Grosso– y el ataque al pueblo indígena Gamela en Viana, en Maranhão.
Reformas legítimas
“En el esfuerzo de superación del grave momento actual, son necesarias reformas, que se legitiman cuando obedecen a la lógica del diálogo con toda la sociedad, con miras al bien común”. De este modo, los obispos convocan al pueblo brasileño a defender la dignidad y la libertad, mediante una cultura de paz, y a “luchar por la justicia y por la causa de los oprimidos y hacer de Brasil una nación respetada”.
“No hay futuro para una sociedad en la cual se disuelve la verdadera fraternidad. Por eso urge la construcción de un proyecto viable de nación justo, solidario y fraterno”, concluye la CNBB, asegurando su disposicón para “colaborar en la búsqueda de soluciones para el grave momento que vivimos y que reclama de los católicos y de las personas de buena voluntad participar, consciente y activamente, en la construcción del Brasil que queremos”.