“Es una dimensión fundamental de la vida humana. Si queremos saber cómo está la sociedad miremos qué pasa en el mundo del trabajo”, así inicia su homilía en la misa de san José Obrero, el arzobispo de Concepción, Fernando Chomalí. Luego agregó: “las políticas públicas velan por el bien común y la paz social en la medida que promueven la generación de trabajo de buena calidad. El trabajo está al servicio del hombre, la mujer y la familia, y no al revés. Jamás puede ser considerado una mercancía que se transa en el mercado según la ley de la oferta y la demanda”.
Esa celebración fue organizada en conjunto con el sindicato de trabajadores de la Compañía de Aceros del Pacífico (CAP). “La empresa tiene una dimensión familiar y productiva importante que estamos llamados a custodiar y la Iglesia tiene la obligación de manifestarlo”, expresó.
En un contacto con la prensa, Chomalí comentó que “lamentablemente Occidente optó por un modelo donde el consumo es el motor del desarrollo, y evidentemente eso tiene sus peligros porque el consumo es un instrumento supeditado a un bien superior que es la persona humana”, señalando luego los problemas que originan los tiempos de trabajo excesivos, que no dejan tiempo para la familia, sino solo para consumir, según informó Comunicaciones del arzobispado de Concepción.
En otras diócesis del país también hubo celebraciones similares manteniendo una antigua tradición. Autoridades locales y dirigentes de organizaciones de trabajadores son invitados a la celebración eucarística presidida por el obispo en el templo catedral. Así ocurrió en La Serena donde su arzobispo Rene Rebolledo llamó a “contemplar los desafíos en el mundo del trabajo y buscar afrontarlos con la buena disposición de todos”.
“Siempre es oportuna una revisión profunda acerca del salario –manifestó–, que sea digno y justo, y al mismo tiempo provea al normal desarrollo de la familia. También es relevante aportar cada uno con un trabajo de calidad, con responsabilidad y eficiencia. Un trabajo bien hecho será signo de que cada persona pueda tener el adecuado tiempo para su familia, sin que la exigencia laboral invada la tierra sagrada del hogar”.
En la misma línea, el obispo de Copiapó, Celestino Aós, pidió construir el país con mayor justicia. “Si hay un abuso en la distribución de los recursos, dijo, en beneficio de unos pocos a costa de muchos, tenemos que luchar por corregir estas situaciones, en diálogo, con sabiduría y espíritu de colaboración”. La celebración recordó también los 40 años de la pastoral obrera destacando su aporte en la lucha por los derechos de los trabajadores en la historia reciente del país.
Este año, la celebración del Día del Trabajo tuvo lugar en un contexto complejo: el aumento de un 4 por ciento en los trabajadores informales que en su mayoría no tienen previsión generando un potencial conflicto futuro; y la fuerte división en la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) que originó dos marchas paralelas, una de ellas llamada por el sector disidente de los actuales dirigentes presididos por Bárbara Figueroa. En su discurso, la presidenta de la CUT cuestionó “el carácter regresivo del empleo que se está creando en nuestro país. El crecimiento de los trabajadores por cuenta propia, no solo resulta preocupante como expresión de la tendencia a la informalidad laboral, sino que nos alerta respecto del tipo de empleo formal que se está creando”.
La situación del trabajo en Chile genera un consenso que ha quedado manifiesto en esta celebración. Varios obispos en sus homilías abordaron este problema con aportes desde la doctrina social de la Iglesia llamando a los cristianos a ser protagonistas activos para superarlo.