(…)
En la vuelta de su viaje a Egipto, preguntado sobre si la Santa Sede y el Papa están dispuestos a relanzar una acción pacificadora en el caso venezolano, Francisco respondió textualmente: “Hubo una intervención de la Santa Sede bajo pedido fuerte de los cuatro presidentes que estaban trabajando como facilitadores, y… la cosa no resultó. Y quedó ahí. No resultó porque las propuestas no eran aceptadas, o se diluían, o era un ‘sí, sí’, pero ‘no, no’… Todos conocemos la difícil situación de Venezuela, que es un país al que quiero mucho. Y sé que ahora están insistiendo; no sé bien de dónde –creo que de los cuatro presidentes– para relanzar esta facilitación, y están buscando el lugar. Yo creo que tiene que ser con condiciones ya. Condiciones muy claras. Parte de la oposición no quiere esto. Porque, es curioso, la misma oposición está dividida…”.
El tenso ambiente que se vivía en ese momento en el país hizo que esa alusión a una “oposición dividida” generara una reacción negativa, como si el Papa estuviera defendiendo al Gobierno y olvidara los atropellos y desmanes padecidos por los manifestantes. El fracaso de la mesa de diálogo, al que se refirió el Papa, se debió en buena parte a la intransigencia oficial y, en menor medida, a la falta de contundencia y solidez en las respuestas opositoras, lo que pudo verse como “división”.
Las palabras del día siguiente en la oración meridiana dominical y la carta enviada por el Papa a la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) el 5 de mayo ponen en claro la posición del papa Bergoglio, tanto su postura sobre la crisis venezolana como la perfecta sintonía entre la Iglesia en Venezuela y el Santo Padre. (…)
En estos dieciocho años de “revolución del socialismo del siglo XXI”, el Gobierno ha sido experto en el manejo de la publicidad y la propaganda. La dialéctica le lleva a querer mostrar dividida a toda institución, y no hay otra síntesis mejor que seguir los legados del ‘comandante eterno’. Ya desde un comienzo, la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) ha sido una piedra en el zapato, simplemente porque ha cumplido con su deber: denunciar y anunciar, desde la palabra de Dios, el mensaje de verdad y equidad. Como hay que descalificar sistemáticamente a los obispos del lugar, se recurre a declararse más papistas que el Papa, y a buscar contraponerlo a los obispos. (…)