Domund 2017: “La Iglesia es misionera por naturaleza”, afirma Francisco en su mensaje

  • La Jornada Mundial de las Misiones se celebra el próximo 22 de octubre
  • “La misión de la Iglesia no es propagar una ideología religiosa, ni una ética sublime”, sino “el amor de Jesús como fuerza transformadora”

papa Francisco Pentecostés 2017 misa en Plaza de San Pedro

Con motivo de la fiesta de Pentecostés y tras la reunión de los responsables nacionales de las Obras Misionales Pontificias en Roma, el papa Francisco ha hecho público el mensaje para la Jornada Mundial de la Misiones (Domund) 2017, que se celebrará el próximo 22 de octubre. El texto, anunciado durante el Regina coeli de ayer 4 de junio, al final de la celebración de la misa, lleva el título ‘La misión en el corazón de la fe cristiana’.

La misión en el corazón de la fe

La jornada misionera, afirma el Papa, “nos invita a reflexionar de nuevo sobre la misión en el corazón de la fe cristiana. De hecho, la Iglesia es misionera por naturaleza; si no lo fuera, no sería la Iglesia de Cristo, sino que sería solo una asociación entre muchas otras, que terminaría rápidamente agotando su propósito y desapareciendo”.

Esta convicción, asegura el Pontífice, se relaciona directamente con la responsabilidad de los cristianos “en un mundo confundido por tantas ilusiones, herido por grandes frustraciones y desgarrado por numerosas guerras fratricidas, que afectan de forma injusta sobre todo a los inocentes”.



Ni “ideología” ni ética “sublime”

En el mensaje de este año, Francisco sitúa a Jesús en el centro de la misión: “El Evangelio es la Buena Nueva que trae consigo una alegría contagiosa, porque contiene y ofrece una vida nueva: la de Cristo resucitado, el cual, comunicando su Espíritu dador de vida, se convierte en Camino, Verdad y Vida por nosotros”.

Este es el contenido el anuncio misionero, porque “la misión de la Iglesia no es la propagación de una ideología religiosa, ni tampoco la propuesta de una ética sublime”, advierte el Papa. La tarea de los misioneros es proponer el amor de Jesús como “fuerza transformadora de su Espíritu de Resucitado que fecunda lo humano y la creación, como la lluvia lo hace con la tierra”.

Y es que “el Evangelio es una persona que continuamente se ofrece y continuamente invita a los que la reciben con fe humilde y laboriosa a compartir su vida mediante la participación efectiva en su misterio pascual de muerte y resurrección”, recuerda Francisco, haciéndose eco de algunas expresiones empleadas por Benedicto XVI.

Este testimonio, Bergoglio lo encuentra en muchas situaciones actuales: “Pienso en el gesto de aquel estudiante Dinka que, a costa de su propia vida, protegió a un estudiante de la tribu Nuer que iba a ser asesinado”.

“Una espiritualidad de éxodo continuo”

Esta actitud es definida por el papa Francisco como “una espiritualidad de éxodo continuo”, una iglesia en salida hacia las periferias del mundo. “Una Iglesia autorreferencial, que se complace en éxitos terrenos, no es la Iglesia de Cristo, no es su cuerpo crucificado y glorioso”, advierte Bergoglio.

Y en esta propuesta, “los jóvenes son la esperanza de la misión”, subraya el Pontífice, hasta el punto de que el próximo Sínodo será “una oportunidad providencial para involucrar a los jóvenes en la responsabilidad misionera, que necesita de su rica imaginación y creatividad”.

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