Dado lo efímero de las noticias, que actualmente no duran más que uno o dos días, cuando ustedes lean este artículo será ya algo lamentablemente olvidado. Pero el pasado fin de semana murieron asesinadas, por sus maridos o parejas, las tres últimas mujeres de las 30 así fallecidas en lo que llevamos de año (exactamente, seis por mes). Distintas generaciones y un mismo origen: la violencia machista.
(…) El franquismo seguía a pie juntillas la doctrina de la Iglesia católica. Siempre me he preguntado el porqué del miedo de la Iglesia hacia la mujer, cuando su Fundador fue un claro defensor de las mujeres en una época en la que el mero hecho de hablar con una, salvo la propia y para lo estrictamente necesario, estaba proscrito. Muchas escenas del Evangelio lo demuestran. Sin embargo, no podemos olvidar lo que san Pablo dice de ellas, o san Agustín –“es Eva la tentadora, de quien debemos cuidarnos en toda mujer”–, o santo Tomás –“la mujer es defectuosa y mal nacida”– y tantos otros.
¿Estoy diciendo con ello que la Iglesia es responsable de una ideología machista y violenta? Pues sí y no, las cosas no son tan simples.
Sí, por ese miedo a esa “pecaminosidad” que atribuía a todo lo femenino. Y no, porque viene de antiguo: baste pensar en Aristóteles, considerándola “un ser biológicamente imperfecto”; o, más tarde, Averroes, con la idea de que es “un hombre imperfecto”. (…)
