Tres meses después de ganar las elecciones con un programa lleno de promesas para erradicar la pobreza, el presidente Zuma asiste a un grave desafío: miles de manifestantes en los barrios marginales protestan violentamente debido a la recesión económica, el desempleo y los deficientes servicios. Estos hechos se suman a la oleada de huelgas de los últimos meses en casi todos los sectores, pero especialmente en el de la construcción de los estadios que acogerán el Mundial de Fútbol de 2010. Con este acontecimiento se espera, por cierto, que se incrementen los problemas con los inmigrantes, como ya ocurrió en 2008, cuando sudafricanos asesinaron a decenas de extranjeros, presionando a miles de personas para que abandonasen el país.
En el nº 2.671 de Vida Nueva.
