Tras la pausa veraniega, el papa Francisco ha vuelto a celebrar con un grupo de cincuenta fieles la misa de la mañana en la Casa Santa Marta. Lo ha hecho en el día de la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, hoy 14 de septiembre. Al hilo de los textos litúrgicos del día, el Pontífice ha señalado dos posibles tentaciones: la de contemplar a una Cristo sin cruz que reduce a Jesús a “un maestro espiritual” y la de admirar una “cruz sin Cristo” ejerciendo una especie de “masoquismo espiritual” ya que se contempla la “cruz. pero sin esperanza”.
Misterio de amor
El Papa ha reflexionado sobre la cruz como “misterio de amor”. Jesús ha descendido “hasta lo más bajo, a la humillación, se vació a sí mismo por amor y por esto Dios lo exaltó y lo ha hecho ascender. Solo si intentamos entender este descenso hasta el final, podremos entender la salvación que este misterio de amor nos ofrece”, ha recalcado el pontífice.
Para Francisco, la cruz así entendida “es fiel”, “es noble”. Por ello ha invitado a todos a “dedicar algún minuto a hacernos estas preguntas: ¿Cristo crucificado, es para mí un misterio de amor? ¿Sigo a Jesús sin cruz, un maestro espiritual que me llena de consuelo, de buenos consejos? ¿Sigo la cruz sin Jesús, siempre lamentándome, con este “masoquismo” del espíritu? ¿Me dejo llevar por este misterio de humildad, de vaciamiento total y de ascensión del Señor?”
Al final de la homilía, el Papa ha pedido para todos la gracia, “no de comprender, sino de entrar en este misterio de amor“, para que, después, “con el corazón, con la mente, con el cuerpo, con todo, comprendamos algo”.
