Cristianos en el armario


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Cabal. Voy corriendo al diccionario para ver si aún tiene cabida esta palabra. En la última edición, la de 2014, desaparecieron 1.350, así que nunca se sabe. Uno de los criterios para desahuciar a un vocablo es que no sea usado desde el siglo XV. Es cierto que la cosa está chunga –¿chunga?, vuelvo a correr, sí, está reconocida, esto deben ser los signos de los tiempos)–, que el sentido común empieza a ser una excentricidad, pero aún hay suficientes personas cabales para que caigamos en la tentación de desclasificarlas ya.

Pero me cercioro. Y más si lo voy a aplicar al mundo del periodismo en nuestro país. Porque, la verdad, Fernando Ónega me parece un periodista cabal. No sé como persona, pues no lo conozco a ese nivel. Pero da unas pinceladas sobre sí mismo en el Congreso Mundial de Bioética, en donde le han pedido que haga de cronista oficial y, tras escucharle, entiendo que detrás del periodista crece también la cabalidad (a esta sí que le queda un telediario).

Ónega no ha salido indemne del envite. Ha compartido días, ponencias, testimonios, esfuerzos, desvelos y ahora se confiesa “más cristiano y más humano”. “Y si no habéis ganado un hermano”, les dice a los de la Orden de San Juan de Dios, “sí a un propagandista, porque la sociedad no tiene conciencia de vuestra labor, de que sois un inmenso ejército de paz, de que sois la voz de la calle, porque estáis en ella, vosotros sois la gente, y yo soy incapaz de mejorar los mensajes que aquí se han dado”, reconoce ante un público que le agradecerá la confesión con un aplauso rotundo, atronador.

Una apostilla: “Tenéis un problema de comunicación. Pero no es culpa vuestra, sino de la sociedad, que no os escucha”. Queda la duda de, si en vez de seguir con la técnica del avestruz, la Iglesia, sus instituciones todas, abrieran las puertas y saliesen, como pide el papa Francisco, a dejar ver lo que son, tal vez más cristianos cabales abandonarían su particular travesía del desierto y tendríamos vocablo para unos cuantos siglos más. Por cierto, en la prensa generalista, del congreso, ni mú.

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