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portada Pliego La fe como confianza 3062 diciembre 2017
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La fe como confianza

En 1975, el sociólogo norteamericano de origen austríaco Peter L. Berger, de confesión protestante, publicó un pequeño libro que alcanzó gran resonancia. Su título era ‘Rumor de ángeles’, y se preguntaba sobre la presencia de lo sobrenatural en las sociedades avanzadas.

No hace falta buscar ambientes especialmente críticos con lo sobrenatural para afirmar que el análisis del autor sigue de actualidad. Repasemos sus observaciones.

La sociedad moderna opta por lo natural y lo humano de la vida cotidiana, mientras que lo sobrenatural carece de resonancia y está ausente de la existencia y el pensamiento de muchas personas. Se puede decir que la modernidad y la crisis religiosa van al mismo paso, y puede temerse que la tendencia secularizadora continuará hasta hacer irrelevantes las instituciones religiosas. La sociedad actual va haciendo desaparecer la antes constante transferencia de alusiones entre el otro mundo y este.

No quiere esto decir que no sigan existiendo manifestaciones religiosas, masivas en ocasiones, pero se las suele calificar de anacronismos o de supersticiones.

Para Berger, nuestra época –como las anteriores– desafía a los teólogos, pero ahora lo hace más aceleradamente. Ya la teología experimentó el reto científico (Galileo), y ahora sufre el de la física y las ciencias biológicas, sin obviar la interpretación psicológica de la religión como proyección gigantesca de las necesidades y deseos humanos.

Vivimos, sin embargo, en tiempos de gran aceleración histórica, y el diagnóstico de 1975 solo vale a medias cuarenta años después. La secularización es una situación establecida que determina sin más matices la vida de muchas personas; pero, a la vez, lo religioso –utilizando este término de un modo muy amplio– no ha desaparecido y no se han hecho realidad los augurios sobre su declive final. Términos como trascendencia, espiritualidad, silencio o contemplación vuelven a sonar, a reivindicar su espacio y a determinar tendencias y modos de vida.

El propio Habermas, que hace años tenía el ateísmo como la ideología dominante y dominadora, habla hoy de que nos hallamos en una época postsecular. Lo religioso vuelve a tener carta de ciudadanía, pero evidentemente necesita redefinirse, purificarse, encontrar un rostro a la vez antiguo y nuevo.

Al comienzo de su carrera teológica, Pannenberg, el teólogo alemán fallecido hace unos años, se lamentaba de que, ante el embate del pensamiento científico, el cristianismo había abandonado la reflexión y se había refugiado en la espiritualidad y en el trabajo social. Lo podemos verificar en los cristianos que nos rodean. Críticos con la enseñanza recibida, incapaces de influir en la cultura, sus vivencias religiosas fluctúan entre la meditación y las obras sociales, entre las celebraciones y Cáritas.

Urge, pues, ir construyendo –reconstruyendo– un sistema de pensamiento que nos ayude a dar razón de nuestra fe, apto para ser presentado en sociedad y que defina de nuevo los conceptos básicos de nuestra creencia. Por decirlo con una palabra más técnica, urge una nueva teología: narrativa, ecuménica, que pueda presentarse sin complejos en el areópago de la ciudad secular.

Índice del Pliego

  • 1. El concepto de fe
  • 2. La fe como apertura (Panikkar)
  • 3. El acto de fe como respuesta
  • 4. La fe como confianza (Küng)
  • 5. Jesús, la confianza radical
  • 6. Testigos de la confianza
  • 7. Para concluir

(*) Han colaborado en este trabajo, por orden alfabético: Dolores Cabezudo, catedrática de Química; Miguel del Cañizo, ingeniero de Telecomunicaciones; Carlos F. Barberá, teólogo; Lala Franco, periodista; Amparo Lázaro, profesora de Francés; José Luis Moreno López, abogado; y Gadea Ruiz de Lobera, psicóloga.

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