Entre Giscala y Tarso

Fernandez Sangrador(Jorge Juan Fernández Sangrador– Profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca y director de la BAC)

“Los peregrinos que viajen a Turquía, con motivo del año jubilar paulino, irán lógicamente a Tarso. No hay mucho que ver (…) Pero el Cidno fluye aún: río en el que casi muere Alejandro Magno y por el que subió Cleopatra al encuentro de Marco Antonio. Y las Puertas de Cilicia permanecen abiertas”

San Jerónimo escribió en De viris illustribus: “El apóstol Pablo, que anteriormente se llamaba Saulo, y no era de los doce apóstoles, provenía de la tribu de Benjamín y de Giscala, plaza de Judea; ocupada ésta por los romanos, emigró con sus padres a Tarso”. Se sabe por el historiador Flavio Josefo que, en Galilea, había un poblado que se llamaba Giscala, último baluarte conquistado por Tito en aquella región; de allí era Juan ben Leví, uno de los principales líderes de la primera revuelta judía contra Roma, el Giovanni di Giscala del drama de Alfonso Varano y de la ópera de Giovanni Gaetano Rossi.

San Jerónimo se refería probablemente a esa localidad, y la noticia de que había sido la patria chica del apóstol de las gentes debió de parecerle fiable, pues, en el comentario a Filemón, insiste en lo de Giscala, y eso que no ignoraba lo que san Pablo dice de sí mismo en Hechos de los Apóstoles: “Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia”. Natus Tarso Ciliciae, traduce la Vulgata. De ahí que los exegetas traten de explicar -y,a menudo, combinar- ambas tradiciones, pero la opinión común, siguiendo el texto de la Biblia, ha conferido a Tarso, y no a Giscala, el título de ciudad de san Pablo.

Los peregrinos que viajen a Turquía, con motivo del año jubilar paulino, irán lógicamente a Tarso. No hay mucho que ver. Los amantes de las antigüedades romanas tendrán que conformarse con contemplar una puerta, una calle y un pozo; en cuanto a los edificios cristianos, el que no ha sido transformado en mezquita ha sido adaptado para mejor servicio de los visitantes. Pero el Cidno fluye aún: río en el que casi muere Alejandro Magno y por el que subió Cleopatra al encuentro de Marco Antonio. Y las Puertas de Cilicia permanecen abiertas: dan la bienvenida a cuantos al fin dejan atrás las montañas del Tauro y pisan ya los umbrales de Tarso, la ciudad de Saulo.

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