África, tan lejos, tan cerca

Alberto Iniesta(Alberto Iniesta– Obispo Auxiliar emérito de Madrid)

“De una manera difusa se diluye entre nosotros una concepción de la historia según la cual los árabes vinieron pacíficamente a colonizar una tierra yerma y abandonada por la cultura romana, siendo así que en Hispania había una civilización y una Iglesia hispano-visigótica que en aquellos siglos era la más culta, más rica y de mayor prestigio de toda la Cristiandad”

El año próximo se conmemora en España el cuarto centenario de la expulsión de los moriscos, que propiamente no se puede celebrar, por tratarse de un hecho histórico injusto y vergonzoso, aunque aquellas circunstancias puedan en parte explicarlo, pero en modo alguno justificarlo. Y aquellas pobres gentes tuvieron que abandonar para siempre entre gritos y lágrimas sus casas y sus pueblos, sus playas y sus huertas. Y aquellas cristianísimas autoridades civiles ejecutaron sin contemplaciones las órdenes reales. Y algunas no menos cristianísimas autoridades pastorales lo aceptaban o lo toleraban en silencio. Los españoles de hoy no podemos pedir perdón por los pecados del pasado que no cometimos, pero sí podemos juzgarlos, lamentarlos y tratar de superarlos en lo que sea posible en el presente.

Por el contrario, de una manera difusa se diluye entre nosotros una concepción de la historia según la cual los árabes vinieron pacíficamente a colonizar una tierra yerma y abandonada por la cultura romana, siendo así que en Hispania había una civilización y una Iglesia hispano-visigótica que en aquellos siglos era la más culta, más rica y de mayor prestigio de toda la Cristiandad, a la cual conquistaron los árabes a sangre y fuego. Hasta el luego famoso arco de herradura árabe tuvo su origen en el arte visigodo.

Es bueno recordar, por unos y por otros, que el atractivo de África hacia la Península viene de lejos, y sigue fluyendo, ahora de forma pacífica y fraterna, por parte de todos los africanos inmigrantes. ¡Bien venidos y bien acogidos sean! (que aquí sí que podemos tener todos muchos pecados de omisión…).

NB. Con mis 86 años, después de muchos años colaborando semanalmente en la revista, me encuentro muy gastado y algo cansado. Por eso, aun sintiéndolo mucho, a petición mía esta columna pasará a publicarse cada mes en vez de cada semana, como hasta ahora (si Dios quiere… y la burra no se muere).

ainiesta@vidanueva.es

En el nº 2.672 de Vida Nueva.

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