¿Es obligatorio que demos formación a nuestros profesores?

PREGUNTA.- En el equipo directivo de nuestro centro tenemos opiniones diferentes con relación al papel de la formación, tanto del propio equipo directivo como administrativo y docentes. ¿Es obligatorio conceder formación si es solicitada por los trabajadores del centro?

RESPONDE Encarna Jiménez, experta en Formación y Gestión educativa. Alter Consultores Legales.- Obligación no hay, conveniencia sí. Hay que analizar bien si dicha formación mejora las competencias profesionales del profesorado y la integración e incorporación de su aprendizaje en la práctica educativa.

Esta pregunta aparece con más frecuencia de lo que desearíamos. Estamos convencidos de que hoy la formación de cualquier profesional es imprescindible, tanto para su cualificación personal como para aumentar la calidad de la empresa en la que presta sus servicios. Más aún, es necesaria en los educadores, ya que la forma de aprender de sus destinatarios ha cambiado con respecto a hace diez años, y la transformación de la sociedad necesita de organizaciones educativas atentas a aquellos aspectos que mueven el mundo. Por tanto, es necesaria la formación de los educadores a lo largo de toda su trayectoria en el centro; solo así se podrá garantizar la calidad que todos los centros educativos ofertan.

También hay que tener en cuenta que, según la legislación, “la formación permanente constituye un derecho y una obligación de todo el profesorado y una responsabilidad de las administraciones educativas y de los propios centros” (art. 102.1 LOMCE). Pero es importante no realizar la formación por obligación, sino por opción, porque como organización educativa creemos en la mejora de las competencias emocionales, didácticas y pedagógicas del docente y en la mejora de sus habilidades, destrezas, estrategias.

profesores en el aula en cursos de formación permanente

La formación es, por tanto, esencial en un centro educativo, es la clave para la innovación y sobre todo para dar una respuesta adecuada a la demanda de la sociedad actual. Ahora bien, es importante detectar bien las necesidades formativas en cada contexto, no solo en cuanto a los contenidos de las áreas, sino también en cuanto a metodología y herramientas para descubrir el “mundo” en el que vive el alumnado, evaluación y autoevaluación, uso de la tecnología… Suele ser recurrente que un centro educativo ofrezca –y/o sus docentes demanden– formación que después no tiene una aplicación en la realidad concreta del centro.

Por tanto, siempre hay que reflexionar sobre el contenido de la formación, las necesidades reales que un centro tiene, el tiempo que va a utilizar para la mejora continua del profesorado, las estrategias a seguir a corto y medio plazo para la actualización… es decir, elaborar un buen plan de formación que garantice el entusiasmo y no el aburrimiento, el trabajo en equipo y no las individualidades, la actualización constante y no el acomodamiento, el desarrollo profesional y no la frustración… todo un aprendizaje siempre al servicio de la comunidad educativa.

Hoy nos tenemos que comprometer a entender la formación de modo diferente, ya que el profesor no es el que habla, ofrece información y califica; sino el maestro que ayuda a diseñar, que anima ante el fracaso y reconoce el valor del aprendizaje autónomo, que está orgulloso de su “sabiduría” y de los valores en los que se fundamenta su función docente.

Y todo esto es un aprendizaje que requiere una formación diferente para que el docente potencie su creatividad para generar innovación, desarrolle un pensamiento crítico para mejorar su desempeño profesional, ejercite una comunicación eficaz para generar y transmitir ideas y conocimiento y se capacite para un buen trabajo en equipo que facilite un aprendizaje compartido.