Último día. Sin embargo, el entusiasmo y la pasión educadora no decayó. El colegio Agustino Ciudad Salitre de Bogotá albergó una vez más a los más de 1200 educadores católicas de toda América Latina y del Caribe que están participando del 25º Congreso de la Confederación Interamericana de Educación Católica (CIEC) para participar de la tercera y última jornada.
A las 8 de la mañana, el cardenal José Luis Lacunza Maestrojuan, obispo de David (Panamá) y presidente del Consejo de Asuntos Económicos del CELAM, presidió la Eucaristía. Durante la homilía, este agustino ha dicho a los maestros y profesores: “Dios es el Señor de Israel, Jesús es el Salvador radical que quita la raíz de todo mal… Debemos eliminar el ‘siempre se ha hecho así’. Es más cómodo, pero no nos llevará a ninguna innovación”.
Yendo a sus raíces religiosas, parafraseó a San Agustín ya que este santo fundador decía que “la alegría y la jocosidad deben ser una actitud del maestro”. Enseguida, sintetizó su mensaje con tres conceptos: “Perdón, permiso y gracias son tres palabras mágicas que pueden desactivar las actitudes que corrompen”.
Culminada la Eucaristía, se dio paso a la entrega de Premio Jesús Maestro 2018, una distinción que se entrega a educadores de toda América que a lo largo de su vida han servido de manera incansable y testimonial a la Educación Católica.
Con la animación del secretario general de la CIEC, Óscar Pérez Sayago, fueron premiados tres colombianos y un ecuatoriano. Del país anfitrión, lo recibieron el padre Mario Perezón, la hermana Ana Fernández Calderón y el profesor José Francisco Munillo; el cuarto premiado fue el hermano ecuatoriano Rodrigo Luis Lazo Álvarez.
Asimismo, la CIEC entregó esta distinción a tres instituciones que han demostrado un fuerte compromiso con la educación en la acción diaria en sus regiones. En esta oportunidad el Premio Jesús Maestro 2018 lo recibieron las Hijas de María Auxiliadora de República Dominicana, el Colegio de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús de Cochabamba (Bolivia) y Editorial Santillana Latinoamérica.
La presidenta de Fundación Trilema de España, Carmen Pellicer, habló del Liderazgo educativo, motor de transformación en una institución escolar. Aseguró que para muchos niños la escuela es el único lugar que le puede asegurar vivir una infancia feliz: “la infancia en una sola, y como educadores debemos garantizar de que la viva de la mejor manera”.
“En nuestras escuelas –proclamó– necesitamos hacer una apuesta importante por la personalización. Hoy, las tecnologías nos ofrecen muchas alternativas para personalizar el trabajo en el aula, pero tenemos que propiciar también el cambio en la mirada y en la mente de los docentes, para que sean capaces de mirar a cada niño y descubrir hasta dónde llega el umbral de aprendizaje de cada uno para poder hacerlo crecer a partir de donde cada uno es capaz”. Y aseguró que para que el cambio en la escuela sea posible, “el liderazgo es el motor”. Y para que sea un buen liderazgo, “hay que pensar en un liderazgo compartido, participativo y colaborativo”.
Como conclusión de su ágil disertación, sugirió a los educadores presentes a que se animen a innovar: “den clases, estudien, asistan a cursos de formación, lean”.
“Para ser educador no me alcanza con ser bueno”
La segunda conferencia de la jornada estuvo a cargo del hermano lasallano Paulo Fossatti, presidente de la Asociación Nacional de Educación Católica de Brasil. Su ponencia se presentó con un interrogante: ¿Qué educadores y gestores necesita la escuela católica hoy?
Un castellano muy claro, el brasilero expresó una premisa fundamental: “Para ser educador no me alcanza con ser bueno. Tengo que ser bueno, pero también tenemos que tener capacidad técnica. Porque necesitamos tener argumentos suficientes para presentar propuestas en los ministerios, presentar cosas innovadoras a los equipos docentes y directivos”.
“La escuela cerrada en sí misma –definió con claridad– tiene los días contactos. Los estudiantes están en permanente contacto con el mundo globalizado. La escuela católica necesita buscar en los nuevos areópagos y estar donde está la juventud. Si están en las plazas, vamos a las plazas; si están en los barrios, vamos a los barrios; si están en las fábricas, vamos a las fábricas. Tenemos que salir de las escuelas”.
Y agregó con precisión académica: “No nos podemos olvidar de los resultados tangibles para poder evaluar, porque estamos en un mundo de acreditación nacional e internacional. Un maestro de matemáticas no puede ocuparse solo de los resultados de la matemática; a través de la matemática debe generar resultados intangibles, es decir, aquello que le quedarán a los niños para toda su vida”.
A continuación del esperado coffee break, el catedrático español José Fernando Calderero, miembro del GdI “Educación Personalizada en la Era Digital” problematizó sobre La creatividad, dimensión educativa esencial. Comenzó pidiendo abolir la palabra “nuevas” cuando se habla de la “tecnología”: “En 1980 daba clases de Nuevas Tecnologías en un centro universitario, y ya en esa época habían dejado de ser nuevas”. Cuando hablamos de educación no estamos hablando de una actividad industrial, sino de un hecho artesanal. El teorema de Pitágoras cientos de veces, pero no siempre he tenido el mismo estado anímico ni los alumnos han sido los mismos ni con los mismos intereses. Por eso, podemos afirmar que cada hecho educativo es inédito”. Y sintetizó: “Educar es ayudar a cada ser humano a establecer y mantener vínculos valiosos con la realidad”.
Últimos momentos
Más tarde tocó el turno del primer expositor anglosajón de este CIEC. Kevin Baxter, superintendente y director de las Escuelas Católicas de la arquidiócesis de los Ángeles (Estados Unidos) habló de los cambios en las escuelas católicas en la era del papa Francisco. Con una perfecta organización, la CIEC entregó a cada participante unos pequeños dispositivos conectados a unos auriculares para que puedan escuchar la ponencia en español.
Este estadounidense planteó el cambio de rumbo que le dio a la Iglesia la llegada de Francisco, quien dio “a su pontificado y a sus decisiones” una impronta “típicamente latinoamericana”. Y apuntó: “todo esto produjo cambios no solo en los templos y en la mirada eclesial que la gente tenía del la Iglesia, sino que impactó fuertemente en la Escuela Católica”.
Llegó la última conferencia del 25º Congreso de la Confederación Interamericana de Educación Católica en el inmenso auditorio del colegio Agustino Ciudad Salitre de Bogotá. La doctora en educación y presidente de Unión Nacional de Escuelas Católicas de República Dominicana, la hermana Ana Julia Suriel, presentó La escuela católica hoy: aprendizaje, innovación y creatividad.
Con gran capacidad de detalle, su disertación fue una espléndida síntesis de lo vivido, escuchado y compartido en estos tres días de congreso: “Aprendizaje, innovación y creatividad son palabras claves que implican no solo cambios estructurales en las escuelas, sino un cambio de mirada de los educadores sobre los alumnos, las familias y las metodologías de enseñanza-aprendizaje”.
En el acto de clausura, el hermano Diego Díaz Díaz, director de formación de CIEC, presentó las conclusiones de este congreso en donde se resaltó, entre otros tantos puntos, la importancia de potenciar los espacios que ayudan a pensar de qué manera cambiar los modelos educativos de la Escuela Católica en América, en donde el alumno debe estar en el centro.
Las palabras de cierre estuvieron a cargo de Pérez Sayago quien no solo agradeció a los colaboradores, participantes y auspiciantes, sino que invitó a seguir las propuestas y materiales que la CIEC comparte con todas las federaciones asociadas y recordó que del 1 al 3 de junio en República Dominicana se llevará a cabo el II Encuentro Interamericano de Pastoral Educativa que tendrá como tema central el acompañamiento pastoral de los jóvenes.
Como actividad final, y para alegrar y descontracturar a los participantes que han vivido tres días intensísimos de formación e intercambio, la Escuela de Artes Circenses Juan Bosco Obrero realizó una excepcional presentación artística y de destreza.
Al salir del auditorio, se oía en los participantes sentimientos de alegría y agradecimiento, y se respiraba en el ambiente la pasión educadora que ojalá pueda transmitirse en todas las Escuelas Católicas de la región: a cada docente que cada día deja la vida en ella; a cada niño, adolescentes y joven que pasan por sus aulas; y a todas las familias que depositan en estas instituciones a sus tesoros más preciados para que se formen y se desarrollen como personas.