Editorial

Francisco en Perú: por un Sínodo misionero

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Francisco ha cerrado su sexta gira latinoamericana en Perú. Las dificultades que aderezaron su periplo chileno se tornaron calidez entre el pueblo peruano, que allanó el camino a un Bergoglio que, ora invitaba a la Iglesia local a ser más callejera, ora auspiciaba la fortaleza de la religiosidad popular, ora condenaba sin fisuras tanto el feminicidio como la corrupción de la clase política en el continente.

Escoger Puerto Maldonado como punto de partida se ha revelado como algo más que una declaración de intenciones de quien convocó en octubre el primer Sínodo de la Amazonía, para 2019. Como ocurriera con la apertura adelantada del Año de la Misericordia en Bangui, el Papa ha dado el pistoletazo a esta gran cumbre sobre el pulmón del planeta dando voz a sus protagonistas. La periferia se convierte así en epicentro de reflexión, hacia donde debe acudir toda la Iglesia, no solo la local.



El Sínodo de la Amazonía –impulsado con este viaje– es signo evidente de que Laudato si’ no fue concebida como un mero manifiesto a favor del medio ambiente con tintes cristianos, ni tampoco como un manual de usos y costumbres para comunidades concienciadas con el cambio climático. La encíclica sobre ecología integral busca ser punto de partida para reforzar el compromiso de la Iglesia con la defensa de la casa común, como centinela protector de quienes la habitan. Con el convencimiento de que la Palabra se encarna y enraiza en unas gentes que ven avasalladas sus tierras y su forma de vida, hombres y mujeres a los que hay que acompañar en su día a día, a los que hay que alimentar en su fe.

Y es ahí donde el Sínodo se enfrenta a uno de los desafíos apremiantes. Nadie duda de que no hay institución pública o privada que se haya volcado tanto a favor de los pueblos originarios como lo ha hecho la Iglesia para frenar los abusos políticos, sociales y económicos. Nadie como la Iglesia ha comprendido que acompañar a los pueblos originarios implica promover su riqueza ancestral y evitar el desarraigo entre los más jóvenes.

Pero no es menos cierto que, para ello, precisa contar con recursos que no tiene, por lo que urge que el Sínodo se convierta en espacio para buscar fórmulas de evangelización, como los viri probati. Así se lo hizo saber el Papa a los obispos peruanos, al poner sobre la mesa la necesidad de revisar el papel de los diáconos permanentes que animan a estos pueblos y adaptar su itinerario de formación a la realidad de sus comunidades, para que puedan alimentar su fe con dignidad.

Solo desde una confianza plena en un laicado adulto, solo haciéndoles corresponsables, dará fruto un Sínodo misionero que sea capaz de escribir, mano a mano con los indígenas, el Evangelio de la Amazonía.


A FONDO (solo suscriptores)

  • Reportaje: Francisco en Perú. Río de vida amazónico y flagelo contra la corrupción. Por Antonio Pelayo, enviado especial a Perú
  • Entrevista: David Martínez de Aguirre, obispo del Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado: “Nuestro sueño misionero es que los indígenas se sientan Iglesia”. Por Santi Vedrí (Puerto Maldonado)
  • Entrevista: Fortunato Pablo, obispo de la Prelatura de Chota: “Tenemos que volver a la calle”. Por José Luis Celada
  • Reportaje: Hogar El Principito, una estrella de esperanza en la noche más oscura. Por José Luis Franco, Instituto Bartolomé de Las Casas (Lima)

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