Durante la noche de ayer, en Roma, tuvo lugar en el santuario ecuménico, la Basílica San Bartolomé, un homenaje a los religiosos palotinos asesinados por un grupo paramilitar, el 4 de julio de 1976.
Esta celebración fue organizada por la Comunidad San Egidio, y estuvo presidida por el titular del episcopado argentino, Oscar Ojea.
Se entregaron el cáliz y la patena con las que los religiosos celebraban la Eucaristía. Estas reliquias serán parte del altar dedicado a los mártires del siglo XX y XXI de las Américas.
Una comunidad unida por el martirio
Los padres Alfredo Kelly (párroco en aquel momento), Pedro Dufau y Alfredo Leaden y los seminaristas Emilio Barletti y Salvador Barbeito, pertenecían a la congregación palotina, encontraron la muerte en la parroquia San Patricio, del barrio de Belgrano, donde aún hoy quedan rastros de aquella fatídica madrugada.
Al celebrarse los 40 años del asesinato, la comunidad sacó una declaración en la que expresan lo siguiente: “Juntos vivieron y juntos murieron. Fue un atentado a una comunidad comprometida en el anuncio del Evangelio. El compromiso de fe los llevó a defender el valor de la vida y promover los valores evangélicos de la justicia, de la paz y del compromiso con los indefensos de la humanidad”,
Testimonio del obispo de La Rioja
Vida Nueva tuvo acceso al testimonio de Marcelo Colombo, Obispo de La Rioja y Vicepresidente 2º de la Conferencia Episcopal Argentina.
“Fue una celebración cargada de emoción, junto a la comunidad de San Egidio, Monseñor Oscar Ojea presidió el homenaje a los padres y seminaristas palotinos que fueron asesinados en 1976.
Acompañamos con Mons. Carlos Tissera, Obispo de Quilmes, esta celebración que contó con la presencia del superior general de los Padres Palotinos.
La comunidad San Egidio recibió a todos los participantes de la celebración que tuvo lugar en la Basílica San Bartolomé en la isla Tiberina de Roma, dedicada a los mártires del siglo XXI y le dirigió unas palabras de aliento en la perseverancia en la fe, en la memoria de estos hermanos que nos han precedido con el testimonio de la entrega de la sangre, y sobre todo alentando a fortalecernos en el propio compromiso cristiano.
Mons. Ojea, a su vez, recordó los momentos dramáticos vividos por la Argentina, y más particularmente por esta comunidad palotina.
Él era estudiante en tiempos de la misma formación de algunos de ellos, y en la ocasión de la muerte de los sacerdotes y seminaristas ya era joven sacerdote, vicario en una parroquia de Buenos Aires. De manera que pudo seguir estos acontecimientos con mucha emoción y lo recordaba con pesar, en el sentido del dolor que han sufrido y de todas las vicisitudes vividas por esta comunidad. Y también con mucha esperanza porque la sangre derramada por los cristianos es semilla de nuevas comunidades.
A su vez, en este mismo sentido, el padre superior de los palotinos, reconoció los esfuerzos de la comunidad San Egidio y la presencia de los obispos argentinos como un modo de estar en comunión frente a esta búsqueda de reconocimiento eclesial de la entrega de los mártires y a su vez, en este deseo de un mundo más justo y más fraterno”.