MIÉRCOLES 14. Ceniza. Comienza la celebración. Juanjo pide que nos acerquemos. “Así nos olemos”. Frente a la dispersión de la sociedad que encumbra al individuo. Esa que crea una burbuja de aparente intimidad que se torna en muro. Barreras de extraños que se cuelan en las parroquias y hace desconocidos a los que están llamados a ser hermanos. Bloqueo que se rompe, con suerte, en el saludo de la paz. La petición de Juanjo es catequesis. Olerse. Sentirse. Acercarse. Hermanarse. Conversión cuaresmal.
JUEVES 15. Comillas. Presentación de ‘Condición humana y ecología integral’. Escribe Agustín Domingo Moratalla. Y habla del salto que da Laudato si’. Del humanismo cristiano a la categoría de humanismo integral. “Pasamos a situarnos como ser humano como centro descentrado”. Y lo dice con la naturalidad del que habla de la bajada de las temperaturas, cuando el cambio de paradigma tiene más de huracán.
VIERNES 15. La juez archiva la causa contra Antonio Ceballos, emérito de Cádiz. Alguien quiso ver en el obispo un delicuente por recibir una subvención para el geriátrico diocesano. La magistrada le considera víctima de la “caótica gestión” de la Junta de Andalucía. Ceballos calla. Como lo hizo cuando se le puso en el paredón mediático. ¿Ahora quién compensa aquello? No habrá acto de desagravio. Ni lo busca ni procede. Nunca ha querido el foco. Se lo deja al Ceballos del Real Madrid.
SÁBADO 16. Ordenación de los auxiliares de Madrid. Los nuevos obispos reciben en las capillas a los ‘fans’. No pocos. Signo de esa conexión wifi con la gente que les reclama el cardenal. Sin intermediarios ni claúsulas de relación.
DOMINGO 17. Misa de las familias. Una niña se dirige al sacerdote. “Estoy encantada aquí, porque en la parroquia de al lado no me dejan ser monaguilla. El cura me ha dicho que es cosa de chicos, porque así lo dijo Jesús”. Vuelvo casa. Busco la cita. No la encuentro.
MARTES 19. Encuentro con el cardenal Porras. Mala pinta para Venezuela. Se cronifica todo. Los abusos. La impunidad. El hambre. El exilio. Solo un dato. Su sueldo mensual: 30 euros. La devaluación del bolívar hace que sea imposible tomarse un café. Un lujo. Como la libertad.