Para el mundo católico empezó el tiempo de Cuaresma: un tiempo de conversión. O, dicho de otro modo, oportunidad de cambio para quien se arriesga a aceptar la invitación de Jesús: “El reino de Dios está cerca. Vuélvanse a Dios y acepten con fe sus buenas noticias” (Mc 1,15). Porque la invitación implica aceptar un cambio de paradigma al mismo tiempo que un cambio de corazón.
Es que “volver a Dios” y “aceptar con fe sus buenas noticias” conlleva un cambio en la forma de mirar desde la fe –de contemplar– nuestra propia vida y lo que ocurre a nuestro alrededor, lo que a su vez nos mueve a preguntarnos qué podemos hacer para cambiar el egoísmo que reina en nuestro corazón, como también la injusticia, la inequidad, la insensibilidad, la mentira y la violencia que reinan a nuestro alrededor para reine el amor en nuestro corazón y reinen la justicia, la solidaridad, la misericordia, la verdad y la paz. Y, por consiguiente, comprometernos a hacerlo: por eso “el reino de Dios esta cerca”, que es reinado de amor y justicia, de solidaridad y misericordia, de verdad y paz.
Prácticas corruptas
La invitación es a contemplar la noticia diaria que denuncia las prácticas corruptas de una sociedad que se dejó seducir por el dinero fácil, los datos acerca del aumento de la miseria y la pobreza en contraste con la opulencia de sectores minoritarios, las mentiras y verdades a medias para destruir al enemigo, y es, al mismo tiempo, invitación a preguntarnos: ¿qué puede aportar mi propia experiencia cristiana de Dios para que en la sociedad que me rodea no haya más corrupción, injusticia ni violencia?
Es también invitación a contemplar los rostros sufrientes y desilusionados de familias desplazadas, de desempleadas y desempleados, de habitantes de la calle, de personas esclavizadas por una u otra adicción, y es, por consiguiente, invitación a preguntarnos: ¿cómo aterrizar la propuesta de Jesús, que se concreta en servicio y solidaridad?
Y es invitación a reflexionar acerca de nuestras propias actitudes de complicidad e indiferencia frente a la corrupción, las injusticias que diariamente se cometen, la violencia y la mentira actuales, como también invitación a preguntarnos: ¿cómo puedo dejarme transformar por el amor y la misericordia de Dios para transformar, como consecuencia, las estructuras de la sociedad de manera que logre ser inclusiva e igualitaria?
Bueno, esta vez tenía que reflexionar acerca de la Cuaresma simple y llanamente con mirada de creyente.