Ser cofrade es algo más que ponerse el capuchón de nazareno o el pañuelo de costalero para procesionar por las calles de cualquier rincón de España. Supone el acto íntimo de acompañar a Jesús en el camino, llevando nuestra propia cruz a cuestas, en memoria de su penitencia. “Es un camino muy duro, pero lleno de gozo, que no puedes explicar”, dice a Vida Nueva Cayetano Martínez de Irujo, cofrade de la Hermandad Sacramental de Los Gitanos, que llevan sobre sus hombros a Nuestro Padre Jesús de la Salud. Pero, “¿qué es eso en comparación con el calvario que tuvo que pasar Nuestro Señor hasta morir crucificado?”, se pregunta.
El hijo de la duquesa de Alba salió 12 años de nazareno hasta que un buen día decidió que quería meterse debajo del paso. “Estoy convencido de que haber llevado a Nuestro Señor me ha dado una gran suerte en la vida para haber afrontado algunos momentos difíciles y también me ha dado una enorme empatía para ayudar a los demás”.
“Está por encima de lo humano; solo tiene un nombre: fe”
A los cinco minutos, el paso “cae encima”, después de dos o tres “chicotás” –el tiempo y recorrido que realizan los costaleros desde que levantan el paso hasta que lo bajan– el ser humano quiere rendirse, “te repites ese ‘no puedo’; es inhumano… pero sabes que te quedan 10 horas por delante”, indica. Y es que, “aunque haya relevos, es mucho tiempo, demasiado peso, mucho dolor… pero puedes. Lo consigues. Porque está por encima de todo lo humano y solo tiene un nombre: fe”, resume el jinete.
Cayetano Martínez de Irujo sabe muy bien lo que es decir adiós al costal, después de haberlo llevado durante 11 años: “Es un dolor muy grande, pero uno sabe cuándo tiene que dejarlo. Básicamente, porque sufres mucho y ya no disfrutas llevando el paso, porque te has lesionado o porque las fuerzas te fallan. Ese es el momento del relevo”, concluye. Martínez de Irujo defiende que “los costaleros son como una gran familia durante todo el año”. Este año vivirá su Semana de Pasión con bastante tristeza fuera de su Sevilla, “aunque el año próximo, si Dios quiere, no faltaré”.