Carlos Amigo: “En los cofrades hay un ansia soterrada de Dios”

Carlos Amigo: “En los cofrades hay un ansia soterrada de Dios”

El cardenal Carlos Amigo lleva unas cuantas procesiones a sus espaldas. No como costalero. Pero casi. En Sevilla se movió con soltura entre palios y ciriales para hacer más eclesiales y caritativas a las hermandades y más cofrade a la Iglesia local. Aunque su pasión por la Semana Santa la llevaba en vena como oriundo de Medina de Rioseco. La agenda de don Carlos siempre está en temporada alta, para acompañar a hermandades en formación, como pregonero, presidiendo coronaciones canónicas…

PREGUNTA.- En medio de una sociedad secularizada, ¿cómo se explica el ‘boom’ de nazarenos?

RESPUESTA.- No hablaría de una sola causa, sino de diferentes elementos que se conjugan. El primero: un ansia soterrada de Dios. En muchas de estas personas hay un deseo de encender las luces largas de su vida para ir más allá de lo que se puede ver con los ojos. A partir de ahí, es cierto que es una llamada al asociacionismo, en un momento en el que los jóvenes no se encuentran a gusto con otras instituciones que no les dan voz. En cambio, aquí se ven acompañados, se sienten acogidos, tienen protagonismo y crean vínculos de amistad y colaboración para hacer una obra determinada. Unos valores que parecían olvidados parecen sentirse en el pueblo, florecen: capacidad de apertura, la acogida al que llega, el sentido de identidad, la liberación de la rutina, la participación en empresas comunes, la cohesión social y con la conciencia de lo solidario.

P.- ¿Cuál es la mejor Semana Santa de España?

R.- La de mi pueblo. Con gran diferencia. Y así te responderá cualquiera que venga de una tierra con arraigo en piedad popular. No porque sea la mejor desde un punto de vista artístico u organizativo, multitudinaria o espectacular. En cada sitio se expresa el Evangelio a su manera. El libreto es el mismo, pero en cada pueblo se canta con diferente música. Es la misma celebración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, pero en un sitio por sardanas, en otro por muiñeiras, en el de más allá por sevillanas, otro en silencio… Eso es lo que hace que a uno le llegue aquello que suena con una partitura con la que se identifica.

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