Urge la conversión pastoral

José Ignacio López(José Ignacio López– Periodista argentino del diario La Nación)

“Se trata de un cambio de estilo, de un estado de asamblea, y hablar de conversión pastoral supone abandonar ‘errores, infidelidades, incoherencias y lentitudes’ para que la transmisión del Evangelio sea más fecunda”

Aún vibrante el eco del último encuentro de las máximas autoridades del CELAM, realizado a finales de julio en Bogotá, fueron ahora los obispos argentinos quienes ahondaron en el sentido de profunda conversión pastoral que supone el llamado de Aparecida a una misión continental.

La propuesta de Aparecida es audaz; no se trata de programar una serie de acciones, sino la puesta en marcha de algo con proyección indeterminada. Se trata de un cambio de estilo, de un estado de asamblea, y hablar de conversión pastoral supone abandonar “errores, infidelidades, incoherencias y lentitudes” para que la transmisión del Evangelio sea más fecunda. “Aparecida provoca una revisión del estilo evangelizador. Redescubre que la misión (relación con el otro para compartir la fe en Cristo) es fundamental en la identidad cristiana, dando prioridad a las actitudes y al estilo evangelizador”, escribieron los obispos.

Se requiere, precisamente, conversión pastoral, actitud de apertura, diálogo y disponibilidad para promover la corresponsabilidad y participación efectiva de los fieles en la vida de las comunidades cristianas, según ha precisado el vicepresidente del CELAM, Andrés Stanovnik. La corresponsabilidad de los laicos, tema afrontado por Benedicto XVI en el discurso de apertura de Aparecida, acaba de ser retomado por el Papa al dirigirse a la asamblea de la diócesis de Roma. Dejar de considerar a los seglares como “colaboradores” del clero, algo así como una prolongación de los antiguos monaguillos –posición en la que no pocas veces se apoltronan los propios laicos– para reconocerlos realmente como “corresponsables” del ser y actuar de la Iglesia, verdadero sujeto eclesial y competente interlocutor entre la Iglesia y la sociedad, parece, pues, parte esencial de aquella necesaria conversión.

jilopez@vidanueva.es

En el nº 2.674 de Vida Nueva.

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