El informe ‘Jóvenes españoles entre dos siglos (1984-2017)’ no quiere quedarse atrapado en sus páginas. La Fundación SM quiere aterrizar el diagnóstico, retrato e inquietudes de la “generación selfie” en las distintas realidades en las que ellos se mueven. Por ello, el pasado martes convocó una jornada de reflexión en Madrid con una veintena de líderes educativos, iluminada por Javier Cortés, director del colegio Summa Aldapeta de San Sebastián. Previo a su intervención, el director general de la Fundación SM, Javier Palop, y la coordinadora del Observatorio de la Juventud en Iberoamérica, Paloma Fontcuberta, expusieron las principales conclusiones del informe. “Que el informe sirva como punto de partida para que la escuela trabaje y dialogue con ellos”, invitó Palop a los asistentes.
Para Javier Cortés, “los jóvenes no son futuro sino presente desenmascarado del momento cultural”. A partir de ahí, y desde una mirada filosófica de la realidad, expuso cómo la juventud ha dejado de ser un “rito de paso” para convertirse en un “ritual de impasse”, o dicho de otra manera, “un sueño del que hay que despertar”.
Con esta mirada se adentró en el hecho religioso para constatar que, si bien “asistimos a una crisis de la religión institucional”, por otro lado percibe “una persistencia insistente del mundo de lo espiritual”. En esta misma línea, planteó cómo “están naciendo nuevos espacios, ni malos ni buenos, sino diferentes. Así surge el espacio interior y el espacio de la tragedia global”.
Esquema moral diferente
“Nace así una propuesta de individualismo coherente: no son ni amorales ni inmorales, sino que cuentan con esquema moral distinto que no es malo: creen en la autenticidad, en la justicia…”, aprecia el religioso marianista, que subraya cómo ha desaparecido la figura del joven “contestario y luchador” fruto de una “crisis absoluta de la razón: todo es opinable, blandito…”.
Alejado de tesis catastrofistas, Cortés invitó a los educadores a afrontar este nuevo contexto como un desafío en aras de la “personalización absoluta de los procesos educativos y personales. Es la manera en la que el mundo digital trata a los usuarios, seleccionando las noticias que más te gustan, la publicidad más adecuada a tu perfil”.
Participación en la pastoral
Para ello, el experto en educación señaló que “esta nueva dinámica exige un cambio de mentalidad en quien acompaña. Por ejemplo, el planteamiento de los equipos de pastoral actuales que pasa por preparar el material que nosotros creemos conveniente para los chavales, tiene que cambiar para darles participación a ellos a la hora de elaborarlos”.
“Si la persona tiene una necesidad afectiva, no le puedes aplicar una pastoral racional. Si queremos responder a los signos de los tiempos -todos ambivalentes-, resulta urgente acoger e integrar la realidad de los jóvenes en la propuesta de sentido cristianas”, advirtió.
A partir de ahí, planteó tres retos concretos para los colegios:
- Una escuela donde se vivan relaciones personales constitutivas -ver y contar con el otro-.
- Una escuela que aporta sentido –“los alumnos aprenden geografía con Google, pero el sentido nunca se lo dará la máquina”- lo que exige dejar de ser transmisores de conocimiento para dar sentido a ese conocimiento.
- Una escuela comprometida con la casa común, con la sociedad, más profética, que pasa por la revolución de la tutoría.
Experiencia de fe
Eso sí, Cortés alertó de que esta hoja de ruta solo tiene sentido “desde la experiencia de fe. No es lo mismo tener una relación cristiana con los alumnos que hacer coaching con los alumnos. A veces nos inspiramos en corrientes ajenas a nuestra cultura cuando tenemos un modelo ejemplar: el de discípulo-maestro de Jesús”.
Y es que, para el marianista, “Jesús supo acertar con los signos de los tiempos de cada uno de los que se acercó, porque supo atender a la diversidad, a cada uno de los que se acercaba a él”. Para ello, concluyó, “la escuela no puede hacerlo todo, tiene que esencializarse, concentrar los esfuerzos en lo importante”.