Un Cristo Crucificado todavía vivo, ligeramente inclinado, sin mucha sangre, nada barroco. Y solo de una escala algo mayor que la humana. Así será la talla –“en madera con una policromía moderna”– que Antonio López (Tomelloso, Ciudad Real, 1936) creará para el presbiterio de la Catedral Nueva de Vitoria. “Una obra única y excepcional por la entidad del autor, uno de los más reconocidos del panorama nacional e internacional contemporáneo, por tratarse de su primera obra religiosa, y por lo que supone enfrentarse a un tema tan trascendente como es un Cristo crucificado”, expone José Alipio Morejón, director de la Asociación Cultural Raíces de Europa, la entidad que ha convencido al reconocido artista, la gran figura del realismo español del siglo XX y padre de la escuela hiperrealista madrileña.
“Todo empezó con ocasión de los diez años de nuestra asociación, cuando pensamos en él para concederle el Premio Raíces de Europa en reconocimiento a su gran aportación a la cultura, pues se trata, sin duda, de un grande de la creación artística, además de por su calidad humana, honestidad y saber”, relata Morejón. “A partir de ahí, al aceptar recibir ese reconocimiento, que en realidad fue un premio para nosotros –añade–, y venir a Vitoria para asistir a la ceremonia de entrega, nació una estrecha relación que nos ha permitido, entre otras cosas, hablar mucho con él”.
Un reto difícil y apasionante
El propio obispo, Juan Carlos Elizalde, después de encontrarse con Antonio López, señaló que el Cristo Crucificado poseerá un “alto contenido devocional”. Según su descripción, tendrá una mirada que transmitirá “misericordia” y será “acogedora”, para que quien la observe “sienta que Dios está con él”. Un reto para el artista manchego. “Para Antonio, sacar adelante esta obra es un reto apasionante y, a la vez, muy difícil –declara José Alipio Morejón a Vida Nueva–. Por muchos motivos. Por el tema en sí, nada más y nada menos que representar la figura de un hombre, que es hombre y es Dios, y saber mostrarlo así; y hacerlo, además, ofreciendo una aportación nueva y de valor a la creación artística contemporánea, pues tratándose de una obra religiosa, tiene que ser, a su vez, una gran obra de arte en sí misma”.
Con Antonio López, famoso por lo exhaustivo de su proceso creativo –sobre el que vuelve una y otra vez, demorándolo durante años; actualmente, de hecho, trabaja en unas 70 obras–, no se sabe cuándo podrá verse la escultura en el altar de la catedral, aunque de manera muy optimista hay quien ha hablado de un año y medio. “Antonio López está trabajando para que la obra se instale en el presbiterio de la Catedral Nueva, y esto ya es algo extraordinario. ¿Cuándo? A nosotros –y a todos– nos gustaría que fuera muy pronto, pero sobre todo que sea una obra lograda, magnífica. Lo que nosotros debemos hacer es facilitar al artista todo aquello que necesite, dándole en todo momento el apoyo, calor y condiciones para que lo pueda acabar muy bien y cuanto antes”, manifiesta Morejón.