"Aquellos arrogantes universitarios parisinos podían permitirse olvidar cuánto había costado levantar las instituciones democráticas contra las que lanzaban sus improperios; nosotros, los españoles, no, porque ansiábamos conquistarlas. También queríamos cambiar el mundo pero luchábamos por cosas más sensatas que las excentricidades contestatarias de los burgueses de mayo"