Ayer, 10 de mayo, se celebró la fiesta de San Juan de Ávila, patrón del clero secular español. El cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, visitó la ciudad cordobesa de Montilla, donde murió el santo hace casi 450 años, y el alcalde socialista Rafael Llamas aprovechó la ocasión para anunciar que el ayuntamiento ha iniciado los trámites para nombrar al santo almodovense hijo adoptivo.
Durante su discurso, Llamas destacó la “fructífera relación que tuvo San Juan de Ávila con Montilla hasta su fallecimiento, dejando constancia del peso intelectual ejercido desde Montilla a la hora de comprender el pensamiento europeo marcado entre otros por el Concilio de Trento, en cuyo contexto la obra del Maestro Ávila es clave“. Anunció además que el año que viene el ayuntamiento trabajará “para que sea el año de San Juan de Ávila en Montilla”, algo que ayude a difundir su figura tanto en Andalucía como en el resto de España.
Por su parte, el cardenal Omella ensalzó la labor evangelizadora del santo “realizada desde dentro, desde el corazón de los sacerdotes y cristianos, un camino que de alguna manera el papa Francisco, con sus acciones, también quiere realizar llegando al corazón de los cristianos”. El último en intervenir fue el arzobispo de Córdoba, Demetrio Fernández, quien anunció su intención de escribir al Pontífice para que declare 2019 Año Jubilar, algo que promovería las peregrinaciones a la tumba del santo en Montilla.
Una vida al servicio de la Evangelización
Juan de Ávila nació en Almodóvar del Campo en día de Reyes del año 1500. Se ordenó sacerdote con 26 años, tras lo que vendió todos sus bienes para repartir el dinero entre los pobres y decidió evangelizar todos los lugares posibles, empezando por su pueblo. Poco después se ofreció al obispo de Tlaxcala para evangelizar América bajo su mando, pero este le “derivó” al de Sevilla para que evangelizara Andalucía, lo que le valdría el sobrenombre de ‘Apóstol de Andalucía’. Durante el resto de su vida se dedicó a esta tarea, destacando por su fama de buen predicador.
Tuvo mucha relación con otros grandes santos de su época, como san Ignacio de Loyola, san Pedro de Alcántara o san Juan de Ribera, y llegó a influir en las conversiones de los futuros san Francisco de Borja y san Juan de Dios. Además de sus contribuciones a la literatura ascética y su enorme labor evangelizadora, dejó en Andalucía numerosos colegios y seminarios, intervino en el ascenso a Universidad del colegio de primeras letras de Baeza y ayudó a la difusión de la Compañía de Jesús en sus inicios.
Muerto en Montilla en 1569, fue canonizado en 1970 por Pablo VI y Benedicto XVI le nombró Doctor de la Iglesia, siendo uno de los 36 santos distinguidos con este título, el cuarto español en tenerlo junto a San Isidoro de Sevilla, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.